Capítulo II

2.7K 209 7
                                    

****** 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

****** 

Coralina de Kuroko estaba más que feliz por ir al baile del conde de Inotta, se podía apreciar en la sonrisa soñadora que llevaba siempre que empezaban a hablar del tema a la hora de la comida.

Adoraba los bailes, siempre lo había hecho, desde su más pequeña infancia cuando su padre la había presentado a la sociedad en uno que había organizado especialmente para ello hasta ahora que acudía a ellos como la esposa de Kuroko.

Desde que adquiriera ése título se esforzaba por ir lo mejor arreglada que podía a ellos, pensaba fervientemente que, si al ir a un baile no habías dejado tu recuerdo en la mente de la gente, entonces no habías hecho nada productivo esa noche.

Quizás por esa razón su esposo no dejaba de llamarla una adolescente demasiado hiperactiva, pero ella esperaba poder contagiar su amor por dichos eventos a sus hijos, especialmente a su primogénito, quien todavía no había asistido a ninguno en su vida.

Entró a la habitación de Kuroko, quien todavía estaba dormido, con el ruido de las puertas siendo abiertas de golpe y se dirigió a la ventana donde abrió las cortinas de color lavanda para dejar pasar la luz del sol. El peliazul al recibir la luz directamente a su rostro comenzó a removerse en las sabanas, buscando un modo en el que poder dejar de estar expuesto a los rayos, pero al no conseguirlo y al escuchar ruidos a su alrededor, se despertó encontrándose con su madre parada al pie de su cama.

—¿Madre? — preguntó tallándose los ojos para poder verla mejor.

—Buenos días hijo— respondió la mujer con una sonrisa y acercándose a él para sentarse a su lado en la cama y darle un beso en la frente.

—¿Ya es tarde?

—Media mañana— volvió a hablar para luego levantarse, dirigirse a su armario y comenzar a remover la ropa buscando algo que sólo ella sabía.

—¿Buscáis algo?

—Hay que prepararte para ir de compras.

—¿De compras? — preguntó extrañado, sin conseguir todavía poder recuperarse por completo del sueño.

—Así es.

Su madre seguía inspeccionando sus ropas con detenimiento. Parecía concentrada en elegir la prenda correcta, a veces cogía una de sus camisas y se quedaba mirándola unos minutos para luego devolverla a su lugar y coger otra, y así haciendo lo mismo con los pantalones, las chaquetas y las medias.

—Qué es lo que necesitamos comprar madre.

—Ropa para ti, lo que vas a llevar al baile.

—Madre, tenemos problemas económicos y una deuda que nos puede costar la vida, no creo que tengamos que gastar dinero en ropa y mucho menos ropa para mí, no la necesito.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora