Capítulo XLVIII

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¡Hola, amados mortales! Perdón por la demora, pero las cosas están muy ajetreadas en mis obligaciones ahora mismo

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¡Hola, amados mortales! Perdón por la demora, pero las cosas están muy ajetreadas en mis obligaciones ahora mismo.

La dedicatoria va a 

@@shiro-chii  

@@FernandaNakamura6  

@@namirinkise  

@@emily6676  

@@AgenteM03  

@@PrincessDarcy01  

Muchas gracias por todo.

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Himuro dejó salir un suspiro al mismo tiempo que volvía a mirar a su madre, quien en estos momentos no dejaba de dar órdenes a las organizadoras de bailes para que pusieran más variedad de flores en la puerta de la casa.

Caminó lentamente hacia ella y cuando obtuvo su atención, esperó a que terminara de hablar para hacerlo.

—Voy a ir un tiempo a la ciudad— dijo viendo partir a las organizadoras—. Posiblemente vuelva el día antes del baile.

—¿Por qué? — preguntó.

—Lo único que hago es ver cómo caminan personas de un lugar a otro mientras decoran toda la casa. No creo que mi presencia sea necesaria por lo que prefiero pasar esos días en la ciudad.

—Si así lo deseas, entonces no puedo negarme.

Se acercó a ella lo suficiente como para tomar una de sus mejillas y dejar un ligero beso en su frente.

—Cuida de ti madre.

La mujer asintió con una ligera sonrisa mientras acariciaba una de las mejillas de su hijo.

Himuro partió para la ciudad esa misma tarde, cogiendo uno de sus caballos más veloces para poder llegar antes de que anocheciera.

Una vez allí, alquiló una habitación en el mejor hotel que pudo encontrar y tras asegurarse de que se hubieran apagado las luces del pasillo en el que estaba su habitación, se desnudó por completo para luego tomar un baño y ponerse su pijama, y, finalmente, meterse en la cama y dormir profundamente como no había podido hacer en su casa.

El insomnio del que sufría cuando se encontraba en su hogar no era algo nuevo, desde que había vuelto de la academia de caballeros sus padres se habían mantenido constantemente vigilándolo para asegurarse de que su comportamiento fuera siempre el de un hombre. Lo habían mantenido bajo lupa, cuidando de todos sus movimientos, vigilando cada una de sus acciones e interacciones con otras personas, manteniéndolo siempre en constante control.

La presión fue tanta que empezó a perder el sueño, sentía su mirada sobre él todo el tiempo, sentía sus ojos observar cada uno de sus movimientos y por esa razón su adolescencia no fue nada admirable, simplemente fue desastrosa y llena de miedo.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora