La dedicatoria va a
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Kagami entró a la corte nada más llegar al palacio, entregando su caballo a uno de los mozos de cuadra e ignorando a todos los nobles a su alrededor para poder reunirse directamente con el rey.
Días atrás había recibido una carta real donde reclamaban su presencia lo más pronto posible en la capital, no habían explicado de qué se trataba, pero imaginaba que si era tan urgente tenía que tratarse de algo muy serio.
Entró, provocando que todos los presentes le miraran y caminó hasta situarse frente al trono, mirando a Akashi por un segundo antes de hincarse al suelo con la cabeza agachada.
—Tal y como habéis mandado, aquí estoy, majestad.
Akashi no mostró ninguna reacción ante su saludo, levantando la mano en una silenciosa orden de que todos se retiraran y saliendo de su trono para acercarse a él.
Furihata se quedó sentado en su lugar, en la silla al lado del trono, observando en silencio y con atención lo que estaba a punto de suceder, apretando entre sus manos la carta que días antes le había llegado de parte de Kuroko.
—Relájate Kagami— habló el rey con serenidad—. No te he mandado llamar para tratar de un asunto de estado, es más algo personal.
Kagami se levantó del suelo, mirando extrañado a su primo, dándose cuenta, por la parsimonia con la que hablaba mientras le miraba fijamente, que algo no estaba bien.
—Entonces a qué se debe mi presencia.
El rey posó su mirada en él por un largo tiempo, analizando cada uno de los rasgos de su persona. Desde las enormes ojeras que rodeaban sus ojos y la falta de vida en éstos, a su evidente cansancio y falta de fuerza y voluntad, las todavía no curadas heridas que cubrían su cuerpo y el aura de desesperación y tristeza que le rodeaban conferían un aspecto demacrado que Akashi jamás había visto en él.
—Me basta con mirarte para saber que aquello de lo que me hablaron y me negué a creer es cierto.
Kagami le miró todavía más confundido, buscando a Furihata para poder buscar en sus ojos la respuesta al comportamiento del otro, pero al hacerlo, no pudo evitar darse cuenta de la carta que éste llevaba en la mano, la cual tenía el sello de la casa Aomine.
Cerró los ojos mientras respiraba hondo y sonreía.
Sabía muy bien quién era la persona que se estaba hospedando en la casa de Aomine en estos instantes.
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Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)
FanfictionCuando a Kuroko Tetsuya le dijeron en la academia de donceles que sus padres habían decidido llevarlo de vuelta a casa, su felicidad fue inmensa, de todos modos no entendía la razón por la cual se encontraba allí, y dentro de poco podría ver a su fa...