Cuando a Kuroko Tetsuya le dijeron en la academia de donceles que sus padres habían decidido llevarlo de vuelta a casa, su felicidad fue inmensa, de todos modos no entendía la razón por la cual se encontraba allí, y dentro de poco podría ver a su fa...
Himuro abrió los ojos, sintiéndolos pesados. No recordaba lo que había pasado ni del porqué había estado durmiendo, pero pudo saber al reconocer sus aposentos que se encontraba en su casa.
Se sentó apoyando la espalda en la cabecera de la cama y se restregó los ojos, antes de mirar a su alrededor y descubrir por la ventana abierta a su lado que ya era de noche.
Dejó salir un suspiro mientras intentaba hacer memoria y acordarse de lo que había pasado antes de que se quedara dormido y entonces todo su cuerpo se congeló cuando el rostro de un hombre que había pensado nunca más vería apareció en su mente.
Se levantó con rapidez de la cama y corrió hacia la puerta antes de abrirla y salir, para luego dirigirse al primer piso donde vio a una de las sirvientas personales de su madre.
—Dónde está mi madre— preguntó cuando la tuvo de frente, asustándola ya que no sabía que él estaba allí—. Responde, dónde está.
—En sus aposentos.
No esperó a escuchar nada más e inmediatamente corrió de nuevo hacia las escaleras, subiéndolas por completo. Entró por el pasillo contrario al que llevaba a sus aposentos y cuando pudo divisar la puerta de la habitación de su madre, no esperó ni un momento antes de tocarla con fuerza, gritando su nombre.
La puerta fue abierta de inmediato por la dama de compañía y sin esperar a que le dijera nada, entró a los aposentos encontrando a su madre sentada en el tocador mientras miraba varios frascos que contenían sustancias que desconocía.
—Madre— llamó acercándose a ella—. Dónde está mi tío.
Ella se levantó al verle y se acercó a él para poner la mano en su frente.
—Qué haces de pie— preguntó frunciendo el ceño—. El médico dijo que debías descansar, que tenías falta de sueño.
—No estoy interesado en eso, quiero saber dónde está mi tío.
—Pues yo sí estoy interesada, siéntate en la cama, si quieres hablar vamos a hacerlo allí.
Himuro soltó un bufido mientras caminaba hacia el mueble y se sentaba en él, luego miró a su madre la cual dejó la mesita llena de frascos a un lado para sentarse a su lado.
