Capítulo 63

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Disparos sorpresa


Mientras corro hacia el edificio N mirando a mi equipo enfrente de mí haciendo lo mismo, algo dentro de mí hace que me detenga.

- ¿¡Que haces!? ¡Continúa corriendo! -. Me grita Jonás jadeante mientras me toma del brazo y comienza a correr.

Con fuerza, tal vez más de la necesaria, zafó mi brazo de su agarre.

- ¡Amanda! -. Me insiste con la mirada suplicante. Obviamente no quiere recibir un disparo.

Delante nuestro, los chicos continúan corriendo en dirección al edificio.

- ¿Qué sucede? -. Pregunta Jonás deteniéndose sólo a unos pasos justo frente a mí mientras mira detrás mío. En guardia.

No me gusta que el descifre las cosas más rápido que cualquier otra persona, es como si realmente me conociera.

- No podemos ir al edificio N-. Digo rápidamente mientras comienzo a caminar de prisa hacia el otro lado del edificio.

Los chicos escuchan nuestra conversación por el micrófono y tan pronto me doy cuenta, ellos han parado de correr y ahora están en alto total.

- ¿Por qué? -. Pregunta Elizabeth por el micrófono. A la distancia puedo ver que todos están preocupados por el cambio de plan tan drástico.

Me tomo unos segundos para pensar las palabras correctas. Elizabeth levanta los brazos en el aire. Está desesperada. Desesperada por una respuesta.

- Tenemos que separarnos. Si vamos todos al mismo edificio nos tendrán acorralados y será peor que hace unos segundos, seguramente recibiríamos disparos, luego nos convertiríamos en sus prisioneros y no terminaríamos la prueba. No puedo permitir que eso suceda.

Jonás me mira comprendiendo a lo que me refiero.

- Sepárense en parejas. - Dice al micrófono-. Tienen que ir por distintos caminos a la misma dirección. Cada hora tienen que reportarse por el micrófono para saber que están bien. Ya saben a dónde ir. Cuídense las espaldas.

A la distancia Jonás y yo alcanzamos a ver que todos asienten.

Ahora todos volvemos a correr. Elizabeth y Edmond se desvían a la derecha, como si quisieran ir al estacionamiento del campus. Aarón y Yamileth se desvían a la izquierda, como si fueran a la cafetería del centro del campus. Jonás y yo continuamos corriendo en línea recta.

Vamos corriendo lo más rápido que nos lo permite nuestro cuerpo, pasamos el edificio N y luego el M. En cuanto llegamos al L y nos cercioramos que los guardias no nos persiguen y que en ese edificio no hay guardias para otra emboscada sorpresa, decidimos parar para tomar un respiro.

Todos los edificios tienen dos pisos, en la planta baja hay literalmente una habitación totalmente vacía, para las prácticas, en el primer y segundo piso hay aulas, como si fuera una escuela...

En los salones, los cuales son de un tamaño considerable sólo hay diez sillas y mesas en cada uno.

Entramos en uno, y en cuanto estamos seguros de estar solos y no hay guardias rondando por ahí. Totalmente agotados y jadeando del cansancio, nos desparramamos sin pensarlo dos veces en el suelo, el cual es un hermoso regalo pues esta frio y hace que nuestro cuerpo se refresque.

- Reportense-. Digo en voz clara al micrófono mientras echo un vistazo al techo del aula.

- Elizabeth y su servidor estamos bien-. Escucho que dice Edmond.

- Y nosotros-. Escucho ahora a Yamileth.

- Es bueno escuchar eso...-Digo aliviada.

Tomo mi mochila y de ella sacó una botella de agua, la destapó y comienzo a beber el agradable líquido mientras siento como todo mi cuerpo lo agradece.

Jonás que aún sigue en el suelo, apaga su micrófono y me hace una señal para indicarme que haga lo mismo.

- ¿Qué les hiciste a los guardias? -. Me pregunta Jonás en cuanto apago el micrófono. se ve intrigado.

- Fue fácil... Entre a sus mentes e hice que detuvieran el ataque.

- Pues funcionó-. Dice complacido.

- Fue fácil... solo entré en sus mentes y detuve sus pensamientos. Después me salí de sus mentes dejándolos en blanco. Ya me imagino cómo habrán salido del trance-. Le digo divertida. - Seguro se preguntaban qué estaban haciendo allí.

Los dos comenzamos a reírnos. Y no de una manera falsa, sino de una manera relajada, como si estuviéramos riéndonos de un chiste en alguna cafetería. Sin preocupaciones.

Volvemos a encender los micrófonos.

Después de tomar unos bocadillos y descansar unos minutos más, nos volvemos a colocar en marcha. Antes de salir del aula buscamos señales de algún guardia. Lo mismo cuando ya estamos fuera.

No hay nadie.

Lo cual me hace pensar... ¿Dónde están los demás chicos? Los chicos de los otros equipos... sé que el campus de los veteranos es enorme, pero... ¿Tanto como para no toparse con un par de personas de vez en cuando? Desde que salimos del edificio S no he visto a alguien que no sean los guardias, Jonás o los demás integrantes del equipo.

Como ahora solo somos dos y debemos cuidarnos las espaldas, vamos a un ritmo un poco más lento de lo que me gustaría, pero igual seguimos avanzando. Se podría decir que vamos caminando a un ritmo acelerado. Pasamos por detrás del edificio K y a la lejanía observamos a un par de chicos. Los primeros. Cuando estamos a unos cinco metros por llegar al edificio J un dolor que comienza por mi pierna derecha recorre todas mis demás extremidades. No puedo evitar que un alarido salga de mi boca.

De reojo miro mi pierna y en ella veo un disco púrpura brillante. Me han disparado. Sin tener oportunidad de hacer algo, lo que sea...otro dolor comienza en mi brazo izquierdo, luego en la cadera, de nuevo en la pierna.



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Jonás

Un grito. Miró a Amanda y en su pierna derecha tiene un disco incrustado. No pasa ni un segundo y de pronto sobre su brazo izquierdo se incrusta otro, luego en su cadera... Otro en la pierna. Amanda cae al suelo, convulsionando por las descargas eléctricas de los discos, me pongo en acción y la cubro mientras busco a nuestro alrededor a los guardias. Ahora los veo. Sin dudarlo, tomó el arma que tengo en el hombro, la acomodo rápidamente como Emma me había enseñado y colocó el dedo en el gatillo. Uno a uno los guardias van cayendo. Cuando estoy seguro de que no hay ningún guardia más por ahí, me percato de que tengo un disco en el estómago... pero la adrenalina del momento evita que sienta dolor.

Mi cuerpo está cubierto de perlas de sudor, por mi frente resbalan algunas.

¡Maldita sea! ¿Cómo es que no vimos a los guardias aparecer?

Por la cantidad de discos que Amanda tiene se me es imposible tocarla, si lo hago, convulsionare con ella, así que debo esperar ahí, hasta que se apaguen sus discos.

Mientras eso sucede, me acerco a cada uno de los guardias y les disparó de nuevo otras tres veces para que estén inhabilitados y no intenten capturarnos de nuevo. Al menos por un tiempo. Como si fuera eterno, uno a uno los discos que tiene Amanda al fin se van apagando, cuando por fin puedo tocarla sin pasar por peligro, la tomo en mis brazos y corro en dirección al edificio J. Hacer esto es arduo pues tengo mi arma y luego ella tiene su mochila y también su arma, así que es complicado lograr moverse.

Entró en una de las aulas y la colocó con cuidado en el suelo; comienzo a arrancarle los discos. También arrancó el mío y al paso de los minutos comienzo a sentir las consecuencias del disparo, un gran dolor me mata en el estómago y lo único que puedo hacer es esperar a que pase mientras observo a Amanda inconsciente en el suelo.

Pasada ya media hora, mi dolor al fin ha desaparecido y obviamente estoy mejor que Amanda, pues ella aun esta inconsciente.

¿Por cuánto tiempo lo seguirá estando?

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