Lord Thomas Wallace... Parlamentario, con cuatro hijos, esposo. No sé mucho de padre. No estoy segura qué le gusta, o qué otra prioridad tiene además de su título como noble político. Si prefiere la playa o el bosque, no lo sé. Es raro, porque crecí con él, hasta los nueve años, que me envió a un internado de señoritas, y ese fue el inicio...
—No sé qué puedo decirte, padre —murmuré perdida en mis pensamientos.
El despacho en su mansión no ha cambiado mucho, jamás modificó algo del opulento lugar, siempre que regresaba a casa para vacaciones encontraba su misma oficina. Muebles de cuero café, el pesado escritorio de madera frente a mí, los libreros llenos de tomos originales de lo que sea que coleccione.
Todos estos años, su despacho no ha cambiado porque el mismo olor a tabaco y brandy seguía penetrando mis fosas nasales desde que tengo memoria, y hoy no fue diferente. Todo igual... menos él.
—Pero ¿qué tienes en la cabeza, Nina? —siseó furioso, de esa forma en que no levanta la voz, pero ocasiona el mismo miedo— ¿Cómo te atreves? Rompiste un compromiso sin avisarme, o avisarle a tu madre. Ibas a casarte...
Alcé la mirada hacia él, sus claros ojos avellana seguían fijos en mí, mostrándome un infinito rencor y a la vez apatía. Ya no era aquel hombre de cabello castaño y rostro joven, padre tenía arrugas en sus ojos, alrededor de su boca, sus manos mostraban su edad, cabello gris...
Y podía seguir describiendo cómo aumentó un poco de peso, haciendo que dejase las corbatas porque no puede resistir el nudo alrededor de su papada. Pero más allá de lo físico, su mente seguía intacta. Al igual que sus deseos.
—Sí, iba a casarme con un hombre que me hubiese golpeado —me defendí.
Traté no levantar mi voz, de aplacar mi necesidad de luchar. Porque cada vez que lo intenté, me fue peor. No soy suficiente para él, no para madre, tampoco. Querer pensar fuera de la caja me ha convertido en "rebelde" "egoísta" "malcriada", la lista también sigue y sigue.
—Lord Calum Naughton jamás te hubiese lastimado.
—Padre, alzó su mano, estaba listo para hacerlo. Me paralicé —jadeé incrédula—, no supe qué hacer, pudo haberme hecho daño.
¿Qué tal si su sed por herirme no se hubiese detenido en una cachetada? ¿Qué tal si hubiese seguido? Hasta dejarme rota, física y emocionalmente. Jamás soporté ver los moretones ocasionales de madre. "Para moldear el carácter" como suele decir padre.
Miré su mano barriendo el aire restándole importancia, y su bufido desaprobatorio terminó por zanjar su decisión. A él no le importaba.
—Una cachetada la hubieras tenido merecida —canturreó aburrido, inclinándose hacia al frente de su escritorio— ¿Cómo te fuiste sin decirle? Tú respondes a él. Nina, él es tu prometido.
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NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADO
ChickLit[T E R M I N A D A] #2 Nina desea una sola cosa: tener control de su destino. Sus padres han gobernado cada instante de su vida, desde cómo vestir hasta con quién acostarse. En cuanto ve su oportunidad de ser libre, ella no lo piensa dos veces para...