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Detesto la radio

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Detesto la radio. No puedo creer que solo he escuchado canciones que me recuerden a él. Es cierto lo que dicen: cuando estás enamorado o con el corazón roto, todas las canciones hablan de tu relación. Así me sentía escuchando un reciente artista que pareció investigarme la vida para escribir Leaving the lights on.

Ya no quería escuchar a Greg disculpándose. No quería mentiras de su parte. Sigue doliéndome cada vez que lo veo. Estoy tan consciente que cuando lo deje hablar, cuando le permita explicarse, no habrá otra opción en mí más que perdonarlo.

No quiero ser así de débil...

—¿Maddie? —murmuré curiosa.

Entré a nuestro apartamento, dejando mi bolso de lado antes de acercarme al sofá. La televisión seguía encendida, así que supuse que mi amiga ya había regresado de su trabajo.

En todo el día no me pude sacar a Greg de la cabeza. Incluso estaba ansiosa, esperando el momento en que apareciera frente a la puerta de mi oficina, clamando un segundo de mi tiempo de nuevo. Lleva insistiendo por varios días. Solo que yo no quiero que llegue el momento de hablar.

Fue extraño no encontrarlo. Incluso subí un par de veces al área ejecutiva, para hablar con Aiden de trabajo. No me atreví a preguntarle sobre Greg, según mi jefe yo estoy perfecta ignorando al abogado. Aunque no sabe el esfuerzo que he hecho para arrancarme el corazón y dejarlo de lado este tiempo...

—¡Hey! ¡Nina! —me saludó Madison, con cierto nerviosismo en su voz.

La chica se acercó hasta sentarse a mi lado en el sofá. Fue muy fácil distinguir que algo andaba mal. Fruncí el ceño, mirando a mi mejor amiga con recelo.

—¿Qué sucede, Madison?

—Nada. Llegas a tiempo. Solo quería ya sabes... hablar contigo —soltó ansiosa.

Cabeceé con suavidad, tratando de dejar mis sospechas de lado. Me recosté de nuevo en el respaldar del sofá, bajo la atenta mirada violeta de Madison.

—De acuerdo, Maddie. Dime.

—Quiero que hablemos sobre Greg —me dijo seria.

—De acuerdo... —balbuceé vacilante— ¿Por qué quieres hablar de él?

Su solo nombre ya me había acelerado el corazón. Greg siempre hace lo mismo conmigo, ni siquiera está aquí pero ya es suficiente para regresarme un poco de vida al cuerpo.

Esperé en silencio que Madison hablase, ya que de mi parte no saldría mucho sobre ese tema de conversación. Estoy evitando al hombre que una vez amé, y que todavía amo. Pero es doloroso ahora.

—Bueno. Lo he meditado, y quizás... solo quizás... —canturreó Madison, con tono de advertencia— deberías escucharlo. ¿Sabes?

La miré como si hubiese perdido un sinfín de tornillos de su cabeza. ¿Dejarlo hablar? ¿Para qué? No voy a darle la oportunidad a terminar de destruirme. Ya hizo suficiente daño, incluso lejos seguía ocasionándome dolor.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora