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[GREG]

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[GREG]

Sin fármacos nublándome los sentidos, en realidad era más sencillo trabajar. Ya no tenía esas repentinas lagunas donde se me olvidaba hasta donde estaba. Aún estoy un poco atrasado en el trabajo, verificando archivos que me enviaban seguido para mantener a QUEST Enterprise moviéndose como un reloj suizo.

De nuevo, salí demasiado tarde de la oficina. El cielo ya era negro, con nubes grises en perpetuo movimiento lento. El aire frío congeló mi nariz cuando inhalé hondo apenas estuve fuera de la empresa.

Le dije adiós a los guardias del turno nocturno. Y bajé la escalinata principal hacia el parqueo del exterior. Los faroles iluminaban todo el amplio espacio, no había más autos que el mío.

Hace poco que decidí apostar todo por mí, y regresar a conducir mi Mercedes coupé. La tarea era sencilla si mis intenciones siempre son visitar a Nina, o saber que ella me espera en mi loft. De una u otra forma, siempre gano. No hay necesidad de ir a otra parte.

—Pase buena noche, señor Talbot —me dijo Lewis, mientras hacía su caminata habitual por el parqueo externo de la empresa.

—Gracias, Lewis.

Moví mi mano en el aire, antes de sacar mis llaves. Apreté el botón del control remoto para desbloquear mi auto, cuando llegué a la puerta del copiloto mis ojos repararon en una hoja doblada presionada contra los limpiaparabrisas.

Tomé el trozo de papel blanco, desdoblándolo para saber qué era. El estacionamiento exterior es privado, no se permitía el acceso a comerciantes ambulantes ni nadie que quisiera dejar un panfleto de publicidad o algo parecido.

"NO OLVIDES QUE TE VIGILO"

Escrito en rojo escarlata, amplio y claro. Tragué duro, sintiendo la ansiedad enclaustrando mi corazón en cuatro paredes. Miré sobre mi hombro, sin saber qué podía encontrar. Las plazas de parqueo estaban vacías, y de la franja de arbustos que rodeaba el exterior de la empresa tampoco noté nada.

—¿Señor Talbot? —preguntó Lewis, unos metros de pie lejos del auto— ¿Todo bien, señor?

Me giré hacia él, alzando la nota.

—Esto estaba pegado a mi parabrisas. ¿Entró algún extraño a la empresa? ¿Alguna actividad fuera de la usual? —inquirí enseguida.

—No en mi turno, señor. Pero si lo desea, justo ahora podemos revisar las cámaras de vigilancia y buscar al gracioso que dejó eso.

Cabeceé una vez, y seguí a Lewis de regresó a la empresa. La rabia me estaba corroyendo las venas. ¿Había sido una jodida broma? Porque pensaba asesinar al idiota que lo hizo.

Estuve con Lewis y dos guardias más, revisando las cintas del día de hoy desde que llegué a la empresa. Notamos un indicio cuando un hombre de contextura gruesa y con gorra cubriendo parte de su rostro, se escabulló entre los arbustos, justo a la hora del cambio de guardia. Por eso nadie lo había notado.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora