1 3

11.4K 1K 71
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[GREG]

Me sentí en el pasado por un instante. Sentado en una silla de interrogatorio, esperando mi futuro cliente criminal para hablar con él. Mi plan era el mismo: si todavía no tenían información de él, pues armarle una coartada que lo declarase inocente. Si el idiota ya había soltado información que lo culpaba, pues intentar reducir su condena. Solo tenía que esperar. Odio esperar.

Saqué el frasco de mi medicamento del bolsillo, tragué una píldora, como todos los días a esta hora. Me tomaría en serio la recuperación, tanto así que he mantenido el celibato total, nada de mujeres, no porno, no masturbación. Los primeros dos días sentí que enloquecía como alcohólico sin licor, pero lentamente me fui resignando a la mala. Y todo por ella...

—¿Tú quién eres? —exigió el hombre esposado que entró a la habitación— Nunca solicité un abogado.

Se mantuvo en pie, tratando de intimidar con su altura promedio. Cabello rubio corto, ojos avellana parecidos a los de Nina, solo que más verdosos. Se veía como el bravucón de futbol de la escuela, el popular que termina siendo rey del baile y mejor sonrisa en el anuario, y todo para trabajar perpetuamente en una gasolinera.

—Tú debes ser Scott —sonreí indiferente, me puse en pie señalándole la silla frente a él—. Soy Greg Talbot, tu abogado, ya sé que no me solicitaste, pero heme aquí, rompiendo mis malditos códigos morales.

No más delincuentes, lo dije una y mil veces. Aunque era bueno en esto, no le hacía bien a mi consciencia. Trabajar con Aiden era más sencillo y mejor remunerado. Lo único que me mantenía aquí, era mi promesa a Nina. Me interesa saber qué oculta.

—Entonces vete, viejo —me gruñó el tipo con voz disconforme—. No tengo como pagar tus servicios, de todos modos.

—Bueno, eso ya está arreglado.

Apenas lo dije obtuve su atención. Scott entrecerró sus ojos, haló la silla ocasionando un feo chirrido contra el suelo de concreto, se sentó lentamente sin apartar su recelosa mirada de mis ojos. Me senté justo después de él, con más soltura que mi tenso cliente.

—¿Quién te envió aquí? No voy a aceptar ninguna ayuda. Dile a Danville que se puede ir al diablo, no voy a seguir como su peón.

Alcé mis cejas, sorprendido, mientras Scott me asesinaba con su mirada. Mi media sonrisa no aplacó el desdén con el que me miraba.

—Bueno, Scott, aunque me encantaría hacer llegar tu mensaje, no trabajo para UPS, lo siento —murmuré aburrido—. No sé quién es Danville. Estoy aquí como un favor a tu hermana Nina. Porque ella me importa. Le prometí ayudarte, y eso intento hacer.

La mención de su hermana lo dejó helado. Puso sus manos esposadas sobre la mesa, inclinándose hacia el frente. Noté las ojeras bajo sus ojos, y el fantasma de un moretón en su mejilla.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora