El cielo se tornó nublado mientras avanzaba el día. Todavía no llegábamos a Bristol. Luther condujo en silencio con la radio sonando de fondo. Me quedé ida viendo la ventana, pensando en cómo enfrentaría a Conrad para que fuese sincero conmigo.
—¿Puedes cambiar de estación? —le pedí un poco desesperada.
La música me estaba poniendo en un peor estado, en especial porque esa canción de repente empezó a recordarme a Greg, y la necesidad que tenía de buscarlo. No quiero ponerme sentimental ahora. Y cuando Luther me miró, por un segundo entero, con sus cejas jengibres hacia arriba, entendió que tampoco quería una mujer llorando en su auto. Cambió de estación de inmediato.
De la nada toqué mi muñeca, bajé la mirada cuando recordé que mi protección ahora pertenecía a Colin. El viaje a Italia volvió a resonar en mi cabeza con fuerza, en especial cuando vimos a la gitana. Habían pasado años desde que dediqué un minuto para recordar su voz, su rostro, y sobre todo sus palabras... previniendo esto.
—Hay un quiebre en su última línea —mascullé perpleja, recordando la lectura de las hojas de té de la mujer. Ella lo predijo—. Hay un quiebre en la última línea de Greg. Por Dios...
—¿De qué estás hablando ahora, Nina?
Parpadeé repetidas veces, mirando a Luther a mi par. Él seguía conduciendo, sus ojos apenas me miraron de reojo antes de volver a fijarse en la carretera.
—Necesito salvar a Greg antes que sea muy tarde. No vamos a encontrarnos de nuevo si él muere, él no puede morir, nuestra cuerda no se puede romper...
Luther cabeceó con suavidad, arqueó una ceja mientras contenía su mueca de incredulidad al mínimo. Extendió su mano para ponerla sobre mi hombro, en un gesto de consuelo.
—De acuerdo, Nina. No sé de qué carajo va todo eso, pero calma, ¿está bien? Las malas noticias llegan primero, y todavía no tenemos ninguna de Greg así que es una buena señal que siga con vida. Lo hallaremos.
Él no calmó mi ansiedad. El detective estaba intentándolo, pero yo estaba demasiado asustada ahora. Entrelacé mis dedos en mi regazo, mientras mi corazón parecía querer salirse del auto.
***
Cuarenta minutos después, recorríamos las calles del interior de Bristol. Tenía mi móvil fuera, con la dirección de la firma de abogados de Conrad marcado en el mapa. Bristol es tan verde y colorido, es mitad arquitectura de los siglos anteriores y mitad modernidad todo escondido entre árboles frondosos y canales. Luther logró encontrar la calle correcta apenas le señalé el edificio de veinte pisos en la siguiente cuadra. Él se estacionó a orillas de la calle, antes de girarse y mirarme con seriedad.
—¿Quieres que te acompañe? —me preguntó amable y protector.
Le sonreí, pero negué con suavidad.
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NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADO
ChickLit[T E R M I N A D A] #2 Nina desea una sola cosa: tener control de su destino. Sus padres han gobernado cada instante de su vida, desde cómo vestir hasta con quién acostarse. En cuanto ve su oportunidad de ser libre, ella no lo piensa dos veces para...