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***[Nina]***

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***[Nina]***

—Permanece quieta —me pidió la enfermera que sujetaba mi barbilla.

Ella limpiaba el pequeño corte que tenía en mi pómulo izquierdo. Intenté escapar de Lorenzo, pero el tipo estaba loco, simplemente se había lanzado sobre mí como si yo no tuviese un arma apuntándole. Quizás creyó que no dispararía, pero recibió una bala en el abdomen. Y otra en la mano. A cambió, me brindó un puñetazo que abrió mi piel y sinceramente ya sentía el moretón hinchando mi mejilla.

—Ttsss... duele.

—Lo sé, querida, pero necesito desinfectarlo —me advirtió la mujer mayor, subiendo sus gafas por su nariz, mirando con escrutinio mi mejilla.

Hace media hora que estábamos en el hospital. No pude viajar con Greg en la ambulancia. O con Scott. Cuando Mick apareció, y notó que yo estaba perfectamente bien, me obligó a acompañarlo en su auto. Tuvimos una conversación fuera de la ley, donde él intentaría entender cómo demonios Scott y yo parecíamos compartir una sola neurona.

"Fue arriesgado" "Demasiado peligroso" "Pudieron haber desaparecido, o muerto" "¿Cómo supieron dónde estaba Greg?" "¿Qué tal si los atrapaban?" "¿Cómo diablos consiguieron armas?" "¿Quién te enseñó a disparar?" "¿Quién fue el tipo que me llamó, y cómo conoce a Scott?" todas las interrogantes de Mick fueron estrictamente profesionales. Excepto la última, sonó un poco celoso. No se lo dije, pero la mirada que le di mientras me llevaba al hospital, debió alertarlo.

Al final entendí que Arthur llamó a Mick mucho antes que yo disparase al aire para enviarle la señal. Eso explicaba por qué escuché las sirenas apenas unos minutos después que disparase. Supongo que debería agradecerle que no confiase en nosotros y actuase por cuenta propia, pero en realidad, me agradaría no verlo de nuevo, y no involucrarme en algo así jamás.

—Eso será todo, querida —canturreó la enfermera, satisfecha después de colocarme un par de adhesivos de mariposa para mantener la herida cerrada—. Espera aquí por la doctora Gail, ¿entendido? Ella será quién haga tu evaluación psicológica.

Cabeceé con suavidad, observando a la mujer marcharse del cubículo de observaciones. Ella separó la cortina, revelando a los dos policías que Mick había colocado como vigilancia. No estaba bajo arresto, ni tampoco en peligro, pero el hombre no estaba confiando. En especial cuando me reveló que Scott y yo elegimos un hermoso día para rescatar a Greg, ya que Julie y su equipo de INTERPOL se hallaban a horas de dar captura a Guido Ricci, un mafioso italiano bajo la mesa, del que muchos se alegran de verlo en la cárcel. Pudimos haber estropeado la misión, solo que no lo sabremos hasta que Julie se comunique con Mick.

—¿Nina? —chilló Madison.

La enfermera no logró correr la cortina cuando mis amigos ya estaban atravesando la zona. Recibí un fuerte abrazo de Madison cuando se lanzó sobre mí, casi me saca el aire de los pulmones al estrujarme tan fuerte. Miré sobre su hombro, como Ethan, Aiden e incluso Rhae me miraban con una mezcla de alivio, reproche y ansiedad.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora