[GREG]
La advertencia de mi abuelo no resultó como yo esperaba.
Él ya me había contado más cosas de las que me gustaría saber sobre la vida ilícita de Thomas Wallace. Pensé seriamente si hablarlo con mi esposa era lo indicado, Nina está gestando nuestro hijo, no tiene que preocuparse de cosas así y poner en riesgo su embarazo solo porque su padre no es el hombre intachable que muchos creen.
Sin embargo, Nina estaba molesta. No de las veces donde explota y suelta todo lo que corre en su cabeza en ese instante, donde no mide sus palabras y no quiere entender razones. Yo puedo manejar a esa Nina, esa princesa caprichosa. Pero su forma de procesar la noticia, solo callando y pidiéndome mantenerme lejos del asunto, es algo que me pone los nervios de puntas, porque no sé lo que mi mujer está tramando. No sé qué veneno está esparciéndose en su cabecita rubia.
Ya estaba pensando en el discurso que soltaría para colarme a su oficina. Las puertas del elevador se abrieron en su piso y después de mirar el reloj en mi muñeca una última vez, salí al vestíbulo, encaminándome a su oficina. Su puerta siempre estaba abierta, toqué dos veces entré y cerré detrás de mí.
—¿Tienes un minuto? —pregunté curioso, cruzando la sala de visitas hacia su escritorio.
Nina mantenía la cabeza agachada, observando varios diseños en tabloides dispersos en su escritorio. Al mirarme, apenas alzó la vista, cabeceó una vez y regresó su atención al trabajo. Sí. Mi mujer estaba enojada conmigo.
Me detuve detrás de una silla de invitados frente a su escritorio. Puse mis manos en el respaldar de cuero, y esperé paciente que ella volviese su mirada a mí. Cuando notó mi silencio, Nina soltó un suspiro resignado, se echó hacia atrás, cuadrando sus hombros antes de pasar una mano por su perfecta melena rubia, haciendo que sus largos mechones ondulados cayeran por su hombro derecho como una cascada de oro. Maldita sea, luce hermosa.
—Bien —aceptó resignada—. Tienes mi atención, Greg. Dime.
Aclaré mi garganta, antes de meter una mano en el bolsillo de mi pantalón.
—De acuerdo... quiero saber qué te tiene enojada conmigo.
La vi a los ojos, ese verde y miel se oscureció bajo la luz natural que entraba en su oficina. Me observó con absoluta seriedad, no despegó sus ojos de los míos. Era un reto de miradas que ninguno perdería.
—No estoy enojada contigo —soltó enojada a bajo relieve.
Entrecerré mis ojos, demostrando mi recelo.
—Nina, soy tu esposo, no me mientas.
—A ver... —se quejó desganada, aunque noté que estaba impacientándola— ¿Por qué crees que estoy enojada contigo?
Mi bella rubia restregó sus párpados con la yema de sus dedos. Lucía agotada. Esperé que el semblante serio en su rostro volviese a fijarse en mí para hablar.
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NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADO
ChickLit[T E R M I N A D A] #2 Nina desea una sola cosa: tener control de su destino. Sus padres han gobernado cada instante de su vida, desde cómo vestir hasta con quién acostarse. En cuanto ve su oportunidad de ser libre, ella no lo piensa dos veces para...