6 2

8.1K 770 62
                                    

[GREG]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[GREG]

Clarice intentaba disculparse conmigo por no avisarme sobre mi abuelo. Me pidió unos minutos a solas, mientras yo observaba a Nina sentada a la par de Madison, ambas sonriendo con diversión. Apenas escuché la canción que empezaba a sonar y empecé a reprimir mi propia sonrisa, pero qué casualidad escuchar "Feeling good" y recordar el striptease con final feliz de Nina.

—Greg...

—¿Sí? —respondí ausente, regresando la vista hacia la mujer frente a mí.

La madre de mi mejor amigo siempre ha sido una mujer muy guapa, pero cuando osaba vestir de gala, yo podía concordar con Michael sobre su esposa alcanzando nuevos niveles de belleza. Clarice es como esa tía que siempre pasa al pendiente, y esta era una de esas ocasiones.

—Espero que esto no te moleste —suspiró pesarosa.

Sacudí mi cabeza, negando con suavidad.

—Descuida, Clarice. Que mi abuelo esté por aquí no es el peor de mis males. Además, ya me dijo que tiene pensando irse antes de las once, al parecer tiene un vuelo a Nueva York que sale a media noche, así que no...

—Greg —me interrumpió incrédula—, yo me refería a la noticia de María, tu mamá.

Sentí que perdía los colores del rostro mientras la sangre me congelaba las venas. ¿María estaba en la fiesta? No respiré por severos segundos en los que Clarice lució culpable.

—¡¿Qué?! —espeté sorprendido, entre dientes apretados— ¡¿Te atreviste a invitarla?!

—¡Sí! ¿Qué no escuchaste nada de lo que acabo de decir? Le han concedido un par de días lejos del hospital, Greg. Conversé con ella justo ayer, te lo juro, María está bien, es lo más cercano a la mujer que solía ser antes de tener ese quiebre emocional contigo.

Miré nervioso hacia todas partes, tratando de registrar el rostro de las invitadas. Quería saber si alguna de ellas prestaba demasiada atención hacia Clarice y yo, solo entonces sabría qué esperar.

—No le dijiste que yo estaba aquí ¿o sí? —inquirí espantado, Clarice sacudió su cabeza— ¿Y ha venido?

—No —me explicó con calma—. Se excusó que es muy pronto para intentar pasar inadvertida en medio de una multitud.

La paz volvió a colarse bajo mi piel. Saqué todo el estrés en un pesado suspiro.

—Clarice, si ella no está aquí, ¿por qué me cuentas sobre María?

—Porque es tu mamá, querido —jadeó un poco ofendida por mi pregunta—. Y tal vez quieras verla ahora que ella tiene este permiso por un par de días.

Me crucé de brazos, sacudiendo mi cabeza. Tal vez ese fue mi deseo una vez. Cuando era un niño, que no tenía idea lo que ella había hecho conmigo. Pero después que Guy me escupiese a la cara la verdad, empecé a dudar si encontrarme alguna vez cara a cara con María sería apropiado. Si antes me nacieron dudas por conocerle, estas ya no seguían conmigo.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora