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Empecé a sudar frío desde hace unos minutos

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Empecé a sudar frío desde hace unos minutos. El suero abortivo que la doctora había colocado vía intravenosa para acelerar el parto, funcionó demasiado bien. Las contracciones fueron más y más fuertes progresivamente hasta que ya no podía contener las muecas de dolor que me causaban. Un par de horas después, y Colin estaba listo para salir.

Pero todavía no había señales de Greg.

Aiden apareció veinte minutos después de escuchar a mi esposo por última vez. Él no sabía nada sobre Greg, había estado enviándole mensajes y llamándolo, igual que todos nosotros, y aún nada. Mi esposo desapareció.

—¡Aagghhh! —gruñí, apretando mis dientes cuando otra contracción me descompensó en la cama.

—Vamos, Nina, toma mi mano —me dijo Rhae, ofreciéndome su ayuda—. Necesitas respirar más, ¿de acuerdo?

Ella no se había retirado, incluso canceló sus planes para quedarse aquí. No me sorprendió que Maddie, Aiden, incluso Ethan estaban conmigo, pero Rhae y yo todavía no éramos tan cercanas, o eso creí hasta ahora. Sujeté su mano sin dudarlo, mientras la morena empezaba a exhalar bocanadas de aire por la boca enseñándome cómo se tiene que respirar. Me reí, sacudiendo mi cabeza.

Madison entró a la habitación en el siguiente instante, detrás de ella venía mi doctora. Ninguna tenía buen semblante. Miré a mi mejor amiga primero.

—¿Alguna noticia de Greg?

—Nada, Nina. Estamos haciendo todo para tratar de dar con él, pero nadie sabe nada. Conrad sigue esperando por él en Bristol, se quedará en su oficina hasta que él aparezca.

El corazón volvió a estrujarse en mi pecho hasta hacerme temblar. Yo podía sentirlo, Greg no iba a llegar a Bristol. De todas las corazonadas que he tenido en mi vida, esta ha sido la peor de todas, no quiero tener razón, pero sé que la tengo.

—¿Nina, estás bien? —murmuró Rhae, pasando una mano por mi cabello cuando mis mechones rubios cubrieron mi rostro.

Cabeceé con fervor, mordiendo mis labios. Mis ojos se fijaron en la doctora, su expresión de disculpas no me causó alivio.

—Lo siento, querida, pero ya no podemos esperarlo más tiempo. Ya le concedimos más de tres horas, necesitas pensar en tu bebé ahora, Nina.

Las lágrimas que picaban detrás de mis ojos terminaron por nublar mi visión, varias perlas saladas cayeron por mis mejillas. Las limpié con rapidez, no podía derrumbarme ahora. He pasado peores situaciones sola, esto no es nada.

—Madison, ¿puedes llamar a Mick? —le pedí de pronto— su número está en mi teléfono, dile que estoy en el hospital, y que... que no sabemos dónde está Greg. Él puede saber algo.

—Seguro. Lo llamaré ahora.

Rhae le tendió mi móvil, mientras la doctora se acercaba para revisarme. Ella me lanzó esa mirada para cerciorarse que yo estaba lista para lo que vendría. En realidad, no lo estaba, no quería dar a luz sin Greg. Pero él no estaba aquí, y yo tenía que pensar en Colin. Volví a cabecear un resignado sí.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora