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Salí de la sala de masajes más relajada de nunca

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Salí de la sala de masajes más relajada de nunca. Amo los días de spas, hace mucho que no hacía esto. Mi cuerpo olía a aceites frutales, mi cabello estaba envuelto en una toalla del mismo color crema que mi bata. Me acerqué a los sillones de manicure, donde Madison y Clarice ya estaban comenzando con sus uñas.

Tomé el sillón vacío a la par de Clarice, fue como hundirme en una esponjosa nube. Suspiré aliviada, mientras miraba de reojo que la madre de Aiden seguía intentado evitar reírse. Ella y Madison ya tenían una mascarilla negra en el rostro, pero Madison no parecía muy feliz, frunciendo sus labios con cierta discordia.

—¿Qué sucede, Maddie? —pregunté divertida.

—Oh nada, solo que Clarice acaba de decirme que esta cosa te arranca la piel cuando te la quitan del rostro. Como si la depilación de cera no fue suficiente martirio, ppfff...

Clarice y yo compartimos una mirada de reojo antes de reírnos del puchero de Madison. La mujer que tenía frente a ella, limando sus uñas, también esbozó una discreta sonrisa. Entonces llegó una de las chicas de uniforme rosa del spa, mostrándome una selección de mascarillas, elegí la misma que ellas. Y mientras esta la aplicaba en mi rostro, otra manicurista apareció para empezar a trabajar en mis manos.

—Pero te dejara la cara muy limpia, querida, lo prometo —murmuró Clarice, con voz dulce.

Mi amiga no pareció muy convencida.

—Me dejará sin cara, eso es lo que pasará...

Clarice y yo nos carcajeamos de su expresión resignada.

—Maddie no es mucho de mascarillas, Clarice...

Fueron pocas las veces que logré convencerla de ir conmigo a un spa, por una mascarilla, un masaje o un baño de sauna. Sin embargo, ella ahora aceptaba hacer cosas con mayor gusto y disponibilidad que antes. Definitivamente es la Madison que esperé que fuese desde un inicio.

—Estás bromeando, Nina, ¿no?

Clarice me observó con curiosos ojos azules. Yo sacudí mi cabeza en un no, dejando a la mujer perpleja. Giró su cuello de inmediato a Madison que seguía mordiéndose los labios.

—¿Y cómo es que te mantienes así de preciosa, querida?

Madison se quedó muda ante la tierna pregunta de su suegra. Sería el colmo que no termine casada con su hijo, así que sí, es su suegra.

—Es una lindura natural, Clarice —intervine sonriente.

—Nina... —se quejó Maddie.

Me encogí de hombros. No me importaba decir lo obvio. Aunque a mi amiga le fastidiase estar bajo el foco de atención. Si no fuese por la mascarilla cubriendo su rostro, Madison estaría roja de la pena.

—Saben, chicas, son momentos como este donde ya no me importa si Aiden nunca trajo a una chica a casa, definitivamente se aseguró de traer a la correcta —la mujer miró a Madison con ternura—. Lamento que me haya encariñado tan rápido de ti, Maddie, pero veo la forma en que Aiden te mira y siento que esté viendo a Michael cuando finalmente decidimos salir juntos...

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora