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[GREG]

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[GREG]

La música quería romper mis oídos. BASTILLE tocaba en el último piso de HELL, las chicas estaban en la pista de baile, saltando y moviéndose con el ritmo pop de la banda. Me terminé mi cerveza, mientras Aiden flanqueaba mi derecha, Ethan estaba de pie a mi izquierda, los tres seguíamos viendo hacia abajo desde la baranda de cristal del reservado VIP de Paraíso.

—¿Dónde están? —me preguntó Ethan, casi gritándome al oído para poder escucharlo.

Señalé hacia ellas, dos castañas y una rubia, todas locas y llenas de alcohol, bailando; justo cuando un par de tipos se acercaban demasiado a las chicas. Ni siquiera tuve que compartir una mirada severa con Aiden, él ya estaba bajando las escaleras del reservado, en busca de Madison. Lo perseguí, Ethan puso su mano en mi hombro para no quedarse atrás.

Había mucha gente, bailando entre sí y obstruyéndonos el camino. Nos costó un poco atravesar la pista en especial cuando las masas ardieron en euforia con Happier. Logramos llegar hasta ellas, Ethan literalmente abrazó a Nina robándosela a un tipo demasiado insistente que no la dejaba en paz, aunque ella lo mirase con enojo.

Me sentí aliviado, tomé a Nat mientras esta se fijaba demasiado en lo que Aiden y Madison hacían. Mi mejor amigo simplemente se adueñó de la atención de la morena de ojos violetas. Ellos bailaron juntos, bajo la atenta mirada celosa de la pequeña americana. Así que la tomé de la cadera y me acerqué a su oído, un poco divertido de verla fruncir el ceño así.

—¿Qué sucede, Nat? —la interrogué, incluso vociferando las palabras, sentía que el bajo de la música me robaba la voz— Maddie está a salvo.

Ella sacudió su cabeza, sus cejas bajando con demasiado hastío contenido en el café de sus ojos.

—No con ese tipo —respondió fuerte, pero tampoco nadie más podía escucharla.

Tomé su mano y la saqué de ahí hacia la barra al otro extremo del enorme salón. Moví dos dedos hacia John, era el nuevo administrador que Aiden contrató para el club, también era un excelente Bartender que se ganaba al público haciendo malabares con botellas de licor en paraíso.

Él entendió mi gesto, sacó dos cervezas, las destapó y las dejó en la barra frente a mí antes de tomar un pedido de coctel y ponerse a trabajar. Nat tomó una botella mientras yo me empinaba la otra, sus ojos quedaron fijos unos instantes en John, un tipo que podía alegar levantar pesas casi a diario, manejaba el cabello negro demasiado corto y barba tupida. Lo pensé muy poco antes de girarme hacia Nat.

—Se llama John. Lleva aquí varios meses, creo —le murmuré, cerca del oído—. Puedo presentártelo si quieres. Es un buen tipo.

Nat sacudió su cabeza de inmediato, perdió el interés en el nuevo activo de HELL en cuestión de nada. Ella se giró hacia la pista de baile que teníamos en frente, sus ojos rebuscando a nuestros amigos entre la muchedumbre. Por suerte permaneció a mi lado, dejando que las luces del techo la cambiasen de color a cada par de segundos, bebiendo pausados sorbos de cerveza.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora