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Desperté entre sábanas blancas y calientes

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Desperté entre sábanas blancas y calientes. Mantuve mis ojos cerrados, recordando que no estaba en mi cama, sino en la de Greg. El brazo masculino que rodeaba mi torso, encerrándome en su calor, fue el inicio perfecto de un buen amanecer.

Dejé que mis dedos vagasen por la piel de su antebrazo, espolvoreado en vello oscuro. Seguí el camino hacia las venas del dorso de su mano y pronto entrelacé nuestros dedos tratando de abarcar su mano. Ese gruñido perezoso seguido de una fuerte inhalación, acabó en un suspiro que calentó mi nuca. Sonreí.

—Buen día... —murmuré, girando mi rostro sobre mi hombro.

Greg besó mi cuello, pronto se removió, pegando todo su caliente y duro cuerpo a mi espalda.

—Buenos días, cariño...

Mi corazón cayó enamorado de nuevo, dormir con este hombre debe ser mi adicción número uno. No solo su aroma me atrapa, estoy enganchada a la sensación de su piel contra la mía, soy dependiente de su acompasada respiración calentándome. No estoy renunciando a esto jamás.

Me di la vuelta entre sus brazos, hundiendo mi rostro en su pecho. Mis dedos vagaron por su costado al mismo tiempo que metía una pierna entre las suyas, debajo de las sábanas. Escuché la baja risa masculina que provocaba las vibraciones en su duro pecho.

—Adoro despertar contigo —admití relajada, acomodándome más cerca—. ¿Te pasa lo mismo?

—Por supuesto, Nina —bufó enseguida—. Deberías quedarte más seguido.

—O tú deberías aprender a dormir en mi apartamento.

Yo no tengo problemas con quedarme en su cama y rehacer mi día de ahí en adelante. Greg no. Supongo que su obsesiva meticulosidad, no está en discusión todavía. Él no está dispuesto a ceder en esto. No me molesta, pero quiero saber si algún día lo hará.

—Pensé que no ibas a presionar con ese tema, nena.

—No presiono, no —canturreé indiferente—. Es más... un recordatorio, de lo genial que sería tener dos opciones para quedarnos juntos.

En mi subconsciente, creo que esto es importante, aunque quiera negarlo en voz alta. Igual que su tardío "te amo". Sigo sin arrepentirme por decirlo primero. Y si bien, siento que nuestro afecto es mutuo, un par de palabras harían que mi corazón no se helase de pánico.

—Lo pensaré —lo escuché decirme, meditabundo.

Cabeceé contra su pecho. Estaba tan calentito, era imposible no abrazarlo y sentirme querida cuando él me apretujaba de la misma forma. Esto no es unilateral. No sé por qué me preocupo tanto.

—Supongo que está bien. Digo, no creo que seamos como una pareja normal, pero es porque vamos avanzando a nuestro ritmo, ¿no? —solté las palabras sin pensarlas.

No necesitábamos apresurar esto. Tenía que repetirlo en mi cabeza cada vez que la duda me carcomía la confianza. Greg y yo estábamos muy bien en el presente juntos.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora