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[GREG]

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[GREG]

Me encanta ver a Nina.

No importa lo que haga, comer, dormir, ver televisión, leer, bailar, tocar el piano; lo que sea, me encanta admirarla. Amo su casi permanente estado calmo, donde piensa con raciocinio y es una mujer astuta. También amo sus momentos erráticos, donde es ella la que pierde los estribos y sus impulsos la traicionan.

No sé cómo una mujer logró entrar tan rápido en mi organismo y someterme a ella. Desde el principio, solo quería hacer las cosas bien para acercarme a Nina, y así comprendiera lo importante que se convirtió para mí en tan poco tiempo...

Como siempre ocurre, al igual que otras mañanas, me quedé ido mirándola prepararse para ir a la empresa. Intento estar listo antes que ella, solo para pararme bajo el umbral de la puerta y observarla cubrir su deliciosa piel con ropa. Es imposible no sonreír al verla menear sus caderas bajo el ritmo pegajoso de su música pop.

—Sabes, Nina, creo que te amo —solté de la nada, apoyando mi hombro contra el marco de la puerta antes de meter mi mano en el bolsillo de mi pantalón.

Ella seguía de pie frente al espejo que cubría toda la pared del fondo de mi closet. La música continuó, pero sus sensuales meneos cesaron cuando escuchó mi voz. Me di el lujo de repasar su cuerpo semidesnudo, su lencería roja, era una bandera ondeante en mi dirección. Me encanta cuando usa encaje, y también cuando no. Pero eran esas pantimedias oscuras cubriendo sus esbeltas piernas las que lograron ponerme duro.

Nina detuvo el peine con que cepillaba su melena dorada. El reflejo de sus ojos claros encontró los míos a través del espejo. La vi crispar sus labios, conteniendo la sonrisa. Entonces siguió acicalando sus onduladas hebras de oro que rozaban sus pechos y el encaje de su sostén, con coquetería.

—Es bueno saber que después de dos años, sigues creyéndolo, mi vida —murmuró sonriente.

Me reí en un aliento, sacudiendo mi cabeza.

—Pues es muy difícil no amarte, prefiero no intentarlo. Me ahorraré esa molestia y te amaré toda la vida. Espero mi descabellado plan esté bien para ti.

Entré a la habitación, dando un paso a la vez, sin desviar la mirada de su rostro. Fui paciente, unos segundos y ahí estaba su sutil sonrojo. Ella no podía alegar que era su maquillaje porque todavía no lo usaba. Y en su luz natural, con sus mejillas sonrojadas y sus húmedos labios fruncidos para evitar sonreír, Nina lucía hermosa.

—Pues de ti no espero cordura, Greg —sonrió pícara.

Me paré justo detrás de ella apenas rodeé la banca de madera del centro del closet. Su delicado aroma se coló en mi nariz al inhalar su espacio personal. Una delicada brecha de un centímetro me distanciaba de su cuerpo, pero era imposible ignorar sus gestos, sus pechos se alzaban con cada pesada respiración, su garganta se movió cuando tragó seco, y relamió sus labios al momento que mis ojos volvieron a encontrar los suyos en nuestro reflejo.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora