Día gris desde la mañana, pero yo estaba sonriendo. Y no era cualquier sonrisa, no como las ultimas que he tenido que fingir. Esta era verdadera, era mía, mi señal que había hecho una travesura y me había encantado.
No sé si sea un logro. Si merezco celebrarlo con trompetas y alcohol. Si le cuento a Ethan y Maddie es posible que ambos quieran una fiesta o algo por el estilo, un brindis, aunque sea.
Porque, finalmente hoy me regalé mi primer orgasmo.
No es igual a lo que sentía con Greg. Él en serio sabía cómo hacerme temblar. Pero mi orgasmo fue mucho mejor de lo que alguna vez tuve con algún otro amante forzado. Mis dedos superaron una lista de mal amores con facilidad. Obvio, jamás a Greg. Incluso mi cerebro lo imaginó dándome ese placer. Lo extraño tanto, y a la vez tengo tanto miedo de dejarlo entrar...
—Hola, Nina —me saludó Aiden.
Entró a mi oficina, y se detuvo apenas me notó. Frunció sus rubias cejas y poco a poco se acercó. Había curiosidad en sus ojos azules.
—Hola, Aiden. ¿Sucede algo? —pregunté divertida, mientras este tomaba asiento con cautela.
—Sí. En realidad, sí. ¿Qué te tiene tan feliz esta tarde?
¿Se notaba? Lo miré con asombro. Mi asistente, Olga, también me comentó algo parecido. Incluso Pierce alabó mi buen humor y otros colegas. Pero con ellos trataba a diario era fácil distinguir un cambio, a Aiden apenas lo veo una vez cada tres días, sino es que más.
—Pues es un bonito día —vacilé, sonriente, encogiendo un hombro.
Ambos giramos la cabeza hacia la pared de cristal. El oscuro cielo se iluminó, y la lluvia siguió azotando el vidrio, impidiendo la visibilidad de los edificios que tenía de paisaje. Me mordí los labios, mirando de reojo a Aiden que había alzado una ceja.
—Correcto... supongo que vives depresiones inimaginables en los días soleados.
Me reí de su sarcástica media sonrisa. Fue algo que nació de mí, nada forzado. En todo este tiempo solo necesitaba una cosa que me hiciera recuperar la fe que todo saldría bien si seguía adelante. Que yo puedo sola. No es lo mismo que estar con Greg, jamás lo será. Pero eso también debo superarlo. Ya no me odio tanto por decirlo.
—Bueno, no importa que me esté haciendo feliz, Aiden —murmuré, tratando de mantener mi sonrisa a bajo relieve—, dudo mucho que ese sea tu tema a discutir.
Los ojos azules del hombre, brillaron, como si recordase su principal objetivo de su visita. Él y yo, podemos mantener el profesionalismo a la perfección. No puedo olvidar que Aiden es el responsable que dos de mis amigas se odien, y que ahora no me hablen.
Pero ese es un problema que no tiene que afectar nuestro ambiente laboral. Ambos lo sabemos, firmamos un tácito acuerdo de paz que ni siquiera requirió discusiones al respecto. La bandera blanca se quedará, espero por un buen tiempo.
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NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADO
ChickLit[T E R M I N A D A] #2 Nina desea una sola cosa: tener control de su destino. Sus padres han gobernado cada instante de su vida, desde cómo vestir hasta con quién acostarse. En cuanto ve su oportunidad de ser libre, ella no lo piensa dos veces para...