3 7

8.5K 801 93
                                    

¿Cómo se vive sin corazón? ¿Hay alguna receta que pueda seguir para arrancármelo y dejar de sentir dolor? Es difícil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Cómo se vive sin corazón? ¿Hay alguna receta que pueda seguir para arrancármelo y dejar de sentir dolor? Es difícil. Porque en mi cerebro, este luto no tiene sentido. Sé que debo seguir adelante, es necesario, estoy consciente de ello. Pero mi corazón se niega dejar el pasado atrás.

Por primera vez me enamoré de alguien, no lo dudé solo lo amé con todo lo que tenía. No hice eso con ningún otro, todos se quedaron detrás de la muralla que rodeaba mi corazón con mi mecanismo de defensa siempre activado.

Greg fue ese ladrón que logró escabullirse, burló el sistema, y por eso me derribó con un amargo comentario. Porque supo dónde atacarme. Eso no ocurrirá dos veces…

“…Estás tan desesperada por amor…”

—¿Nina? —me llamó Ethan.
Parpadeé un par de veces, dejando mis pensamientos a un lado.

Él me miraba de reojo, con cierto reproche por perderme las instrucciones básicas de nuestro instructor de pie frente a nosotros.

Había llegado el fin de semana, y mi amigo no permitiría que me quedase acurrucada en mi cama, llorando. Aunque lo necesitase. Jamás me equivoqué tanto en mi vida. Luché por un amor que Greg no quería. Me siento como una tonta ahora, nunca nadie tuvo acceso a mi raíz, a mis emociones, Greg solo apareció para demostrarme lo peligroso que es confiar tan rápido.

—¡De acuerdo! —espetó el tipo de gorra frente a nosotros— ¿Alguno quiere ser voluntario para demostrar lo aprendido?

Ethan giró hacia mí, cruzado de brazos. El viento de la tibia mañana removió su cabello castaño, con esos lentes oscuros de estilo aviador, su chaqueta de cuero café y la sombra de barba en su fuerte quijada, Ethan lucía como un piloto del ejército. Guapo a más no poder.

—Espero hayas entendido cómo debes hacerlo, Nina —me regañó mi amigo.

Rodé mis ojos, di un paso al frente a la mesa. Tomé el cargador, coloqué la última bala que faltaba en el interior. Cogí la pistola Glock con mi derecha, deslicé el cargador en la ranura de la culata hasta que hizo “clic”. Apreté la corredera entre mis dedos otro “clic clac” sonó claro, al halarla con fuerza hacia mí, el arma estaba cargada.

Me giré hacia Ethan, mirándolo con gesto aburrido. Esto no es ciencia nuclear, cualquiera con cerebro sabría cómo cargar un arma, o mejor dicho cualquiera que haya visto una buena película de acción. Lo interesante es disparar y atinar al blanco. Cosa que tampoco he hecho antes.

—Buen trabajo, Nina —me alabó el instructor.

El hombre nos dio un par de audífonos para reducir el ruido del arma. Ya nos había dicho cómo debíamos pararnos, cómo sostener la pistola y sobre todo no cerrar los ojos al halar del gatillo. Ethan se puso al corriente, cargando su arma por igual.

Tuve unos instantes para mí, para meditar que esta era mi primera salida en toda la semana. Fui del trabajo a casa, día tras día. Estaba tan ensimismada en fingir que estaba bien, que en realidad no lo estoy. Incluso distanciados, Greg seguía interfiriendo en mi vida.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora