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Estábamos de regreso en Londres

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Estábamos de regreso en Londres. Luther conducía por las calles de Mayfair, llevábamos varios minutos de absoluto silencio. Él había recibido una llamada, una rápida conversación que le cambió el semblante amable por un ceño fruncido y gruñidos de rabia. No quise preguntarle qué ocurría, en especial cuando en medio de la llamada volteó a verme, incrédulo y a la vez molesto conmigo. Esto es incómodo.

El detective finalmente se estacionó frente a mi casa. Empecé a quitarme el cinturón y él también hizo lo mismo. Me quedé quieta, observándolo.

—¿Qué haces?

Luther resopló obstinado, abriendo la puerta de su lado.

—Necesito entrar a tu casa, Nina. Mick quiere que revise por completo el lugar —admitió serio, sin mirarme a los ojos.

Fruncí el ceño. Pero mi corazón empezó a latir veloz. Oh por Dios, Viviane y Colin estaban en la casa. ¿Les había pasado algo? Perdí el aliento, sintiendo cómo el miedo empezaba a colarse en mi sangre, congelándome por dentro. Luther volteó a verme, se sorprendió lo rápido que sus palabras me afectaron.

—No, no, no... Nina, calma, nada malo ha pasado con Colin, relájate —me pidió más amable, estiró su mano para sobar mi brazo en un gesto de consuelo—. Joder. No debí decirlo así, lo siento. Lo que pasa, Nina, es que... Tu hermano se ha escapado de nuevo y Mick cree que las pistas que tiene llevaron a Scott a refugiarse aquí.

Mi tensión bajó, pero era igual de malo escuchar que mi hermano había desaparecido. ¿Sería posible que también lo hubiesen capturado?

—Pero Scott no tiene idea dónde vivo ahora.

Luther encogió un hombro, antes de salir del vehículo.

—Mick lo mantuvo al tanto de tu mudanza... vamos, haré esto rápido.

No me opuse. Aunque estaba nerviosa que Luther encontrase a Scott en mi casa. Subimos los escalones del pórtico y entramos como si nada. Media hora después, y dos chequeos exhaustivos, el detective se marchó con la idea que Scott no podía estar en mi casa. Las posibilidades que lo hubiesen capturado solo se multiplicaban con el pasar de los minutos.

Una vez se fue, Viviane y yo soltamos el aire contenido. Nos quedamos en la sala de estar, Colin estaba dormido en mis brazos, descansando muy a gusto. Incluso gimió en sueños, estirándose y acomodándose mejor. Lo abracé contra mi pecho, besando su frente. Este bebé es milagroso, sin Greg, solo él puede borrar mis males en un segundo. Sin decir nada, solo existiendo.

No sé si esto fue planeado por el destino. Pero parecía que sí, que Colin había nacido con el propósito de no dejarme sola viviendo todo esto. Probablemente me hubiese quebrado hace mucho sin él y con Greg desaparecido. Pero nuestro bebé era la razón que siguiese intentándolo, que mantuviese mis esperanzas vivas. Greg tenía que aparecer, pero si no lo hacía, al menos me había obsequiado a Colin para no estar sola.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora