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Desperté muy tarde en la noche, o eso creí hasta que me fijé en la hora

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Desperté muy tarde en la noche, o eso creí hasta que me fijé en la hora. Pronto serían las ocho, Greg y yo nos habíamos quedado dormidos después de hablar y hacer el amor un par de veces. Necesitaba que él dejase de pensar en sus problemas, que los volviera a enterrar y no se preocupase por ellos de nuevo. Y si para lograr traer a mi hombre devuelta debía profesarle mi amor incondicional, pues lo haría con gusto. Le daría todo el amor egoísta que necesitase...

De la nada escuché ruidos viniendo de la sala de estar. Pensé en despertar a Greg, pero verlo dormido, tan despreocupado, pudo conmigo. Así que entré a su closet donde mi equipaje de emergencia aguardaba por mí en la banca de terciopelo rojo. Me vestí con un pantalón de pijama y una camiseta de tirantes, solo entonces decidí salir y dar la cara a la inesperada visita.

—¿Clarice? —murmuré asombrada, cuando vi a la rubia dejando dos platos sobre la isla de la cocina.

La mujer me regaló una sonrisa, meneando sus dedos con impaciencia para que me acercase a ella. Terminé de atar mi cabello en un moño caminando hacia ella.

—Hola, querida. ¿Cómo has estado, Nina?

Abracé a la mujer, inhalando su suave esencia que simplemente sacaba sonrisas y curaba los nervios.

—Todo bien, Clarice... es una sorpresa verte por aquí, aunque Greg ya me contó que estás visitando a Aiden... ¿dónde está Michael?

El hombre tenía la mala costumbre de aparecer cuando no era invitado. Me sorprendía que no fuese él quien abriera la puerta de la recamara instándonos a salir mientras seguíamos desnudos. Clarice rió por lo bajo al notar mi expresión recelosa, buscando al padre de mi jefe.

—Michael está pasando un tiempo de calidad con sus hijos —admitió sonriente, antes de alejarse al otro extremo de la cocina en busca de una tarta de arándanos sobre la encimera—. Cada año es más difícil lograr que Aiden y Jason convivan como familia...

Clarice puso los ojos en blanco, con hastío. Dejó la tarta sobre la isla de la cocina, y señaló uno de los bancos para que tomase asiento. Una vez me acomodé, ella me sirvió una rebana del humeante postre y una taza de té. Repitió el proceso, y se sentó en el banco a mi lado, mirándome de reojo mientras yo seguía aturdida con su simple confesión.

—No tenía idea que tenías otro hijo. Aiden nunca mencionado tener un hermano.

Ella se encogió de hombros, mordiéndose los labios con cierto gesto de disculpa.

—Ambos son muy obstinados al mencionar su parentesco, no te sientas mal, querida... y Jason es, bueno, no es... lo quiero como si fuera mi hijo —se corrigió de inmediato, moviendo una mano para restarle importancia—. Esa historia la podemos dejar para otro día. Anda, Nina, pruébalo, lo horneé para ti y Greg.

Tomé el tenedor y probé un bocado de la deliciosa tarta. Casi acepto casarme con la rebanada de postre. Yo debía compartir esto con Madison, mi amiga adoraría probar algo así.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora