Greg arremangaba su camisa blanca por su antebrazo. Lo hacía despacio, mientras a mí me latía el corazón, estando de pie frente a él. Elevó sus ojos oscuros, subiendo la barbilla, atrapó mi mirada cortándome la respiración. Había una buena distancia desde donde él se hallaba sentado hasta mí. Y sin embargo logró hacer temblar mis piernas.
—Espero no estés nerviosa, Nina —arrastró las palabras con su voz una octava más abajo.
Tomé el cinturón de mi gabardina, estrujándolo en mi puño al tiempo que él colocaba ambas manos sobre sus piernas entreabiertas. Alzó una ceja oscura, esperando por mí.
—Por supuesto que no. Yo puedo hacer esto.
Me crucé de brazos, retándolo con la mirada. Greg se limitó a esbozar una sonrisa tan perversa que me hizo flaquear cuando volvió a recostar su espalda contra la silla del comedor.
Hace mucho que salimos del trabajo, Greg condujo directo a mi apartamento. Me había escuchado tarareando una canción de nuevo y esta vez él quería el espectáculo completo. Le prometí que, si Maddie no estaba en casa, le haría hasta un striptease si quería. El muy ladino, aceptó de inmediato.
Mi mejor amiga, brilló por su ausencia. No tuve de otra más que aceptar mi destino, no es que fuese tan difícil. Greg hizo la mesita de café a un lado, junto con el sillón para colocar una simple silla en su lugar. Ahora la sala de estar tenía un aire de habitación para un baile privado.
—Bien, te daré un poco de ayuda —murmuró concentrado, revisando su móvil—, pero quiero escucharte cantándola, Nina.
Me miró bajo sus pestañas, de esa manera sugerente donde yo perdería si discutía con él. Me encogí de hombros, colocando mis manos sobre mis caderas. Seguridad al cien. Entonces Greg regresó su atención a la pantalla de su móvil, en segundos, la voz de la grande Nina Simone llenó la silenciosa habitación, cantando Feeling Good.
Mi voz nunca sería tan genial como la de ella, con ese tono bajo fenomenal. Pero aprender música desde niña, afinó mi oído y mi voz a la hora de interpretar notas. Así que esto era pan comido, dejé que mi homónima cantase la primera frase, mientras yo subía mi mano a mi cuello, captando la atención de Greg.
—Sun in the sky you know how I feel... —canté con ella, siguiendo su ritmo mientras bajaba despacio mi mano por el centro de mi gabardina— Breeze driftin' on by you know how I feel... It's a new dawn, It's a new day, It's a new life for me...
Greg se quedó hipnotizado, siguiendo mis manos que desataban mi cinturón. Lo alcé a mi lado antes de tirarlo al suelo, sin dejar de cantar, con una brillante sonrisa estirando mis labios.
—And I'm feeling good...
Los instrumentos de aire empezaron a sonar marcando el ritmo, y así cada botón de mi gabardina se abría con un "pop" que hizo tragar seco a Greg. Fue el turno de mover las caderas, despacio y con la sensualidad necesaria para deshacerme de mi chaqueta.
ESTÁS LEYENDO
NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADO
ChickLit[T E R M I N A D A] #2 Nina desea una sola cosa: tener control de su destino. Sus padres han gobernado cada instante de su vida, desde cómo vestir hasta con quién acostarse. En cuanto ve su oportunidad de ser libre, ella no lo piensa dos veces para...