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Mi mente estaba en tantos lugares, que hace media hora no estaba escuchando nada de la reunión en la que estaba

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Mi mente estaba en tantos lugares, que hace media hora no estaba escuchando nada de la reunión en la que estaba. Se suponía que debía dar el visto bueno a los diseños de las habitaciones, pero apenas entendía de lo que hablaba Sonya y Pam.

Llevaba un rato sentada en una silla mientras ellas caminaban por toda la habitación, explicándome la concordancia de colores con los muebles de cada diseño que crearon para el lugar.

Pero mi mirada seguía perdiéndose por la ventana de vez en cuando, hacia las mesas de metal del jardín, donde Greg desayunaba leyendo el periódico al lado de la alberca vacía.

—Y ese sería el problema —murmuró Pam—. No sé qué piensas tú, Nina. ¿Te parece?

Ambas mujeres se pararon frente a mí, con caras de tragedia similares. Las dos adoran el diseño, por eso las recluté para este sitio. Pero son chicas dramáticas que sienten que el mundo se acabará si no consiguen un perfecto tono fucsia.

Encogerme de hombros fue casi un sacrilegio para ellas.

—Me encantan todos los diseños, pero no tenemos el tiempo para decorar cada habitación de un estilo diferente, esto no es un motel recreativo —les recordé seria—. Así que, quitando los diseños temáticos los demás están bien.

No quise ser muy dura, ya que ellas se esfuerzan demasiado y lo hacen de corazón. Pero estoy a cargo de un importante hotel que será la sensación entre la alta sociedad, este debe ser un paraíso encerrado en una villa de 500 hectáreas de prados verdes. Y pienso entregar precisamente eso.

—Entonces... ¿qué sugieres? —demandó Sonya, nerviosa.

—Se escogerá un diseño contemporáneo de colores y muebles para las habitaciones, exceptuando las suites del último piso. Esas tendrán una remodelación distinta con una paleta de colores diferente, pero de acorde al resto del hotel.

Las vi emocionarse, abriendo sus ojos con asombro y una sonrisa creciendo en sus bocas entreabiertas. A veces siento que soy su abeja reina.

—¿Buscamos colores concordantes? —pidió Pam, con una sonrisa de boca abierta.

—Por favor.

Adoro su eficiencia.

Me fui de la habitación, mientras ellas se ponían a trabajar. Todavía tenía que buscar a los otros dos chicos de mi equipo. Ellos se encargarían de las habitaciones recreativas, el spa, restaurante, y el resto de salones.

Bajé hasta la recepción, y seguí mi camino por el interior del hotel, me detuve a mitad del jardín, tratando de forzar a mis pies a caminar hacia la habitación donde se hallaba Pierce con el resto de mi equipo de diseñadores.

Juro que quería hacer mi trabajo, pero seguí avanzando.

La necesidad de hablar con Greg corría por mis venas más alta que mis niveles de azúcar. Salí por la reja abierta al final del enorme patio, y seguí mi camino hacia el costado del palacio. A la zona de mesas frente al jardín.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora