4 7

10K 920 79
                                    

[GREG]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[GREG]

Ella es tan hermosa, que me detiene el corazón cuando la avellana en sus ojos me mira con ese brío. Tan húmedos como estábamos, era obvio que causaríamos un desastre en las sábanas azules de mi cama. ¿Pero a quién le importa? Nina ya ha causado un caos más grande en mi corazón, irreparable, me temo: la amo...

—¡Greg! ¡Dios!

Sus uñas querían hacer surcos en mi espalda con sus sensuales arañazos. Solo me motivé para embestir más fuerte, sus pechos rebotaban frente a mí, simplemente magnífico. Agaché la cabeza y me apoderé de su dulce pezón canela, el guijarro se endureció el doble contra mi lengua, sacándole ruiditos de pasión a Nina.

—Necesito más —siseé contra su piel.

—No...

Nina intentó retenerme cerca, al tiempo que yo me alejaba. Fue tan bueno observar que no era el único desesperado por sexo. Todo este tiempo he caminado de puntillas hasta su corazón para que Nina no se asuste. Creo que olvidé que mi bella rubia es una jugadora muy intensa. Es perfecta para mí, ¿cómo no amarla?

Aunque sus ruegos fueron muy lindos, no evitó que me levantase. Fui rápido y brusco cuando la tomé de la cintura, girándola boca abajo. Tengo una obsesión con besar sus lunares, uno de mis favoritos está justo en su grandioso culo. Soy un hombre con suerte, supongo. Sonreí en mis adentros, acariciando esa pizca canela sobre su piel con mis dedos.

—¡Por favor! —suplicó Nina.

Movió sus caderas hacia atrás, ronroneando como una sensual gatita necesitada por mi polla. Seguí acariciando su trasero, me detuve en su nalga derecha y le solté una nalgada que la hizo gemir.

—¡Greg! —protestó, como si quisiera reprenderme.

Reí en un aliento antes de emparejar el color rosa de su piel, le solté otro azote en su glúteo izquierdo y luego uno en el centro, justo sobre su depilado y sonrosado coño. Sus gemidos fueron más fuertes, me incliné hacia ella, tomando su húmeda melena rubia en mi mano para que echara su cabeza hacia atrás. Besé su cuello, antes de acercarme a su oído.

—Miénteme y dime que no te gusta, nena. Recibirás más —susurré en su oído, con voz grave.

—Las odio...

Su jadeo solo hizo que mi miembro cobrase vida contra su piel. Mi perversa sonrisa creció. Me distancié solo para proporcionarle el mismo combo de azotes. Nina arqueó su espalda, ofreciendo su trasero como mi perfecto y sexy sacrificio.

—Dime a quién le perteneces, nena.

—¡Soy tuya! —jadeó con la voz entrecortada.

—¿Solo mía, Nina?

¡Zas! Otro azote entre sus piernas que la hizo respingar, excitada.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Solo tuya, Greg! ¡Dios!

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora