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[GREG]

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[GREG]

Sucumbí a la presión. Es extraño cómo he cambiado. Cómo los pensamientos que me causaban nervios eran solo eso, ideas, malas ideas. Me consumía imaginarme recayendo en el sexo con otras, cuando Nina y yo estuviéramos en un mal momento.

Jamás lo pensé dos veces con Danielle antes de buscar a otra mujer. Y creí que haría lo mismo con Nina. Pero no es así, me mataría engañarla, incluso ahora que no quiere verme o hablarme, no siento esa necesidad de reemplazar su calor con el de otra. La quiero a ella, pero no sé cómo recuperarla cuando lo he jodido tanto.

No me quedó otra alternativa que regresar a terapia. Si yo no puedo ver cómo demonios voy a escapar de este agujero, necesito que alguien me explique qué carajos debo hacer para salir.

—Qué bueno verte por aquí de nuevo, Greg —canturreó Kelsen.

Se sentó en el sillón café, acomodándose mientras yo soltaba el aire una vez más, hasta vaciar mis pulmones.

—He estado ocupado, doc.

—¿Quieres hablar de algo en especial? —preguntó curioso, abriendo su libreta— ¿Qué te tiene de ese humor? por ejemplo.

La vida es una mierda, ¿qué más podía decirle? Resoplé molesto, cruzándome de brazos. Estar en su consultorio no me estaba trayendo las vibras de calma. Me sentía incómodo, no he dejado de pensar en Nina.

—Hablé con Danielle, doc... —respondí al fin, empecinado— Ocurrió hace un par de semanas, en realidad. Dijo varias cosas puntuales de mí, que... me hicieron pensar qué tan cierto es lo que mencionó.

Después de lo que Madison me reclamó fuera de la cafetería, ahora creo que Danielle tenía toda la razón. No he cambiado mucho, sigo siendo un idiota que hace daño a las mujeres.

Cuando alcé la mirada del suelo hacia Kelsen, este seguía escribiendo en su libreta, totalmente concentrado. Esperé impaciente hasta que sus ojos volvieron a verme.

—Eso suena interesante, Greg. ¿Hablaron sobre su separación? ¿Lograste comprender dónde estuvo el error de ambos?

—¿Ambos? —bufé con amargura— Fue mi culpa, doc. Yo engañé a Danielle, ella solo me devolvió la moneda.

—Y no fue una decisión sana, o madura de ella —me recordó Kelsen, serio—. Sí, tú hiciste tu parte, pero no puedes tomar toda la responsabilidad, Greg. Una relación es de dos, te lo he dicho muchas veces. Si no hablas de necesidades, de afecto, de problemas, ¿cómo esperas reparar lo que no conoces?

No pude tomar ese ejemplo para aplicarlo con mi relación con mi ex, sino con Nina. Ella intentó hablar de todo eso mientras la callé con mis propios miedos.

Me recosté en el sofá, echando la cabeza contra el respaldo. Siento cómo lentamente, cada día, cada minuto, el tiempo hace más fuerte la distancia entre nosotros. ¿Acaso ya llegué al punto de no retorno con ella?

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora