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[GREG]

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[GREG]

Ella me perdonó. Pero no supe qué tanto la herí hasta que lo vi en sus ojos, la desilusión que hallé en su mirada avellana me dejó pasmado. Sé que rompí a Nina, y que solo porque me permitió estar con ella en su habitación, no significaba que todo volvería a ser como antes.

Necesitaba ganarme la confianza que me cedió en un principio, esta vez sería más difícil porque ella se protegería el doble. Me encantaría decirle que no tiene que cuidarse de mí, que no haré lo mismo de nuevo. Pero no me creerá ahora.

Sin embargo, tenerla en mis brazos se sentía tan correcto. Tengo casi una semana soñando el mismo día en Italia, la gitana repite las mismas palabras: "los que están juntos por el destino jamás deben separarse, lo sufrirán el doble por estirar su lazo original, y solo sanará estando unidos".

Me quedó muy clara la parte del sufrimiento, dolió como una mierda, carajo. Nina también podría pensar lo mismo. Ahora que estábamos juntos, compartiendo la misma cama, podía sentir cómo aquellas malas vibras que parecían desgarrarme el alma se habían detenido al fin...

Seguía adormilado cuando escuché Ocean Eyes, resonando en la habitación. Ella y yo nos habíamos dormido con ropa, sin hacer otra cosa más que abrazarnos en la oscuridad, escuchando suave música.

Todavía era de noche, me di la vuelta hacia ella, observando su silueta en silencio. Nina seguía despierta, apagó su móvil después de haber elegido la canción, la escuché sorber por la nariz conteniendo los sollozos, escuchando a Billie relatar nuestra situación, o cómo Nina se sentía...

—¿Nena? —pregunté vacilante.

Pegué mi pecho a su espalda, rodeando su torso con un brazo. Nina dejó que amoldase mi cuerpo al suyo, descansó su rostro en mi brazo, fue imposible no sentir sus lágrimas humedeciendo la tela de mi camisa.

—Nina, háblame, por favor —le pedí, besando su cuello— ¿por qué lloras?

Ella jadeó una vez, tratando de calmarse. Encogió sus piernas, echa un rollito distante de mí. No la solté, le prometí que me quedaría sin importar si ahora era yo el que sufría. Y si eso pasa, no me iré. Me repondré para volver a amarla.

—Sigo esperando... —admitió, con la voz ronca de dolor.

Me dejó confundido un segundo.

—¿Qué es lo que esperas, Nina?

Ella no me respondió de inmediato, solo tembló en mis brazos y automáticamente la rodeé para calmar sus tremores.

—Despertar —me confesó quedito, con un hilo de voz que logró derribarme como una bola demoledora—. Qué en realidad no estés aquí y este sea otro sueño que se siente muy real. Solo espero que desaparezcas cuando despierte...

—Pues no haré eso porque soy muy real —la regañé, dolido—. No voy a irme, Nina. Te lo dije muy en serio, te amo. ¿Me crees? ¿verdad?

Ella solo cabeceó un sí.

NO JUEGUES CON EL PERVERSO ABOGADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora