L4 De templos a hombres de negro

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Nuestro aprovisionamiento en un negocio de veinticuatro horas era variado pero no lo suficiente, sospechaba que enfermaríamos si seguíamos comiendo de esa forma, así que con una simple actualización de nuestra camioneta con algún tipo de refrigerador sería suficiente, eso y comprarle algo de comidas frescas. Por primera vez vi a Urusungal silbar, se lo veía muy contento mientras hacia los ejercicios de estiramiento matutinos en la habitación, yo dedicaba mi mañana a averiguar qué era lo que hacía tan concurrido a aquel pueblo, y lo averigüé. Al parecer era un lugar turístico, parte de el turismo religioso de la zona, había un templo bastante antiguo allí con algunas reliquias, eso y todo lo que se había montado a su alrededor como festivales, gastronomía, venta de talismanes, ventas de hierbas, siendo algunas combinaciones únicas en este lugar. Bien, no me había equivocado en establecer la ruta, habíamos llegado al primer templo, lugar para comenzar la búsqueda, solo me causó curiosidad porque estuviera cerrado casi un año, no solo este sino todos los templos, al parecer hubo una gran desgracia a un altísimo nivel pero no trascendió cual. Al salir de nuestra habitación fuimos a desayunar en uno de esos completos buffet, algo muy rico pero estaba no muy apetente ese día así que luego de comer no mas que frutas y lo mas natural posible salí con Vadis y Urusangal al templo.

Hay que admitir que su estructura era diferente al del templo de Pan Do, algo menos solido, utilizaba mucha mas madera de lo que yo usaría en la construcción de un lugar sagrado. Era temprano cuando llegamos y notamos que los jardines estaban muy cuidados, era algo muy bello de ver, pero algo mas que miré fue el asombro del primer monje que estaba en la puerta, pareciera que había visto un fantasma. Urusungal paseo a mi perrito por algunos jardines, siempre con la pala y la bolsa por si hacia sus necesidades y yo me dediqué a mirar en solitario todo aquello, al parecer me alejé de la parte mas turística y me fui hacia un lugar donde había extrañas bolas de madera, bastante grandes, me acerqué a contemplarlas mejor.

No parecían ser mas de lo que exhibían, grandes bolas de madera, cuando en mi inspección empujé una, me rei solo como tonto al verla moverse. Entonces como acto reflejo me puse en cuatro patas y la empujé ligeramente con la cabeza, esta rodando sin dificultad. Volví a reírme y gire en el pasto para ponerme como un animal que era a mirarla, luego volví a mirarla y empujarla con la cabeza y yo a rodar a su costado, luego le moví el rabo, para tirarme de nuevo a girar a su lado. Esto era muy entretenido, o mas bien, es muy entretenido pero toda esta diversión fue interrumpida por un monje que dijo.

- Señor, este lugar no es para los turistas. ¿Se a perdido usted?

Me paré en dos patas superando por largas creces la altura de este monje mono que retrocedió, al parecer mi brusquedad lo asustó, le sonreí, eso no mejoro la situación ya que había olvidado que mis sonrisas eran equivalente a mostrarle los dientes. Bueno mi apariencia no sirvió para hacer meya en la valia de aquel monje porque se acercó con una manzana que se quitara del morral y me la dio, cosa que me senté a comerla con mucho gusto, tanto placer tenia al comer esa manzana que me acune luego agarrándome de las patas traceras cayendo finalmente de costado.

- Venga señor, este es un lugar prohibido, por allá esta la zona de turistas.- Y lo seguí pero en cuatro patas.

En mi corto viaje olisquee su morral y le quite otras manzanas con mis garras que con la punta de ellas y cada vez que lo hacia este me palmeaba la cabeza y yo realmente me sentía muy bien con ese gesto. Urusungal me vio, y sentí algo de vergüenza, entonces me pare, sacudí los pastos de mi ropa, carraspeo mi voz y dije.

- ¿Lindo día no?

- ¿Lindo? Esta nublado y parece que hoy nevará, detesto estos climas fríos.

- Pues habrá que buscarte mas abrigos.

- Si pero mientras antes bajemos de esta montaña mejor.

Luego de ese re encuentro nos pusimos a ver unas estatuas que eran muy bonitas y un estanque cuando sentí algo en mi pata, algo me estaba tocando. Mire hacia abajo y lo que vi fue sorprendente, era un mini yo. Como decirlo, un pequeño panda rojo me estaba trepando por la pierna, algo me hizo a que se me pararan los pelos. Este subió por toda mi pierna, mi torso hasta mi espalda, al parecer quería quitarme lo que estaba comiendo, se lo entregué, el lo tomo con delicadeza y se retiró a un árbol a comerlo, allí vi que había muchos pandas como ese, muchos yo en miniatura, me senté al lado del árbol a comer en paz yo también.

- Se nota mucho que eres feral.

- ¿Por qué lo dices?.- Le respondí mientras me agarraba de las patas para balancearme.

- Por tu actitud, o alguna vez viste a un peludo hacer lo que tu estas haciendo.

- No, pero tampoco vi nunca antes un peludo como yo.

- Si, en eso tienes razón.

A lo cual mientras hablábamos vino un mono peludo muy anciano y me llamó Shen.

- No señor, no soy shen, soy Qwon Pan Do.

- Disculpe la confusión, es que nuestro maestro dijo que volvería luego de su muerte a jugar a nuestros jardines.

- ¿Y hace cuanto murió?

- Hace algo así como un poco mas de un año.

- Yo tengo veintitrés, así que no puedo ser.

- No, es cierto, pero que alegría ver a uno de tu raza aquí, creí que no había ninguno.

- Pues si hay, no muchos. En Pan Do el ser de mis colores no es muy común, pero si he visto a más.

- Me contarías de Pan Do.

- Si por supuesto.

Entonces se sentó en unos bancos, yo fui y me senté a su lado y comencé a contarle sobre Pan Do, donde estaba, como era todo allí, su gente, mis aventuras allí, y sobre el monasterio. Estuvimos toda la mañana. Ya cerca del medio día unos monjes se acercaron al anciano y le recordaron que cerrarían el templo a los turistas, hasta el día siguiente, ya que debían seguir la limpieza de las pasadas fiestas.

- ¿Volverás mañana?

- Si por supuesto.

- Te invito a comer, solo que tendrás que hacerte de ropajes protocolares.

- ¿Y cuales son esos?

- Son como las ropas de los monjes del templo, en la ciudad se venden, seguro encontraras alguna de tu talla.

Saludé afectuosamente al anciano, a los monjes y a los pequeños pandas rojos y me retire.

- ¿Te has portado muy raro?.- Dijo Urusangal.

- No creo. A mi me pareció que estábamos bien.

- ¿Disculpe usted es Qwon Pan Do?.- Dijo una voz extraña

Al darme vuelta a ver vi a un lampiño junto con un peludo perro vestidos de trajes negros y anteojos negros.

- ¿Quién lo busca?

- Somos de la M.D.N. central.

- ¿Y que querrá la M.D.N. conmigo?

- Hemos visto irregularidades en su documentación. ¿quisiera acompañarnos?

Caramba, esa si que era una sorpresa, la verdad esos hombres de negro no me causaban nada de confianza.

- La verdad que no, estamos en la parte este y ustedes no tienen aquí ninguna jurisdicción, así que si no se quieren poner en problemas mejor que se vayan.

Me puse en guardia cuando el mundo se me dio vuelta y todo se oscureció.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora