L6 Cosa de niños

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Volvimos a Wotan en aquella embarcación muy típica de los elfos, entre risas y algo de música ya que teníamos un bardo. La real alegría cundía por todas partes ya que habíamos tenido mucha suerte en nuestro cometido y fue rápido para volver a nuestro hogar. Todos elogiaban mi maniobra, yo intentaba infructuosamente que se olvidaran del detalle ya que no quería llamar la atención. ¿y porque se preguntaran? Todavía hoy lo pienso y no lo sé. En aquel viaje saque mi flauta y comencé a improvisar música, pero por poco tiempo ya que mis sones se hallaban muy melancólicos, extrañaba al pequeño, la razón de mi tristeza y aunque estaba en manos seguras me preocupaba por él.

No era el único "padre de familia" había muchos que hablaban de sus hijos y sus esposas, familias compuestas que yo había abandonado hace mucho formándola después de algunos años con el pequeño Ariel. Me entere en la embarcación que estos salvajes lampiños, extranjeros, como lo llamaban, no se sabía bien de dónde venían ni sus reales intenciones, lo único certero en ellos que de tanto en tanto asolaban la nación por pillaje aunque algunos sospechaban que buscaban algo más. También supe que a los cuerpos de los muertos en el combate estos salvajes los tomaban para sus prácticas oscuras y los convertían en muertos vi vivientes, por eso quemaban los cuerpos que no llegaban al camposanto y a este lo protegían. También había una curiosa costumbre con los muertos de los enemigos, a estos los quemaban para así purificarlos y no darle a esta tierra de comer con ellos.

El navegar fue tranquilo y al pequeño puerto de rio nos espero una pequeña delegación que nos escoltaría ya que presuponían erróneamente que estaríamos cansados.

Al llegar a Wotan fuimos bien recibidos por el mismo Forja Pétrea, nosotros fuimos dado el día libre, el capitán se quedo para dar los informes de nuestra patrulla.

Aquel enano, Forja Pétrea tenía la mirada muy similar a Fuego Arcano, pero sus vestimentas eran de recio metal y este portaba un escudo que por grueso no era mucho, pero su solidez seria envidiable a una muralla. Su espada, no era un hacha como se suponía típico de esta raza, era muy labrada en el mango pero la hoja parecía que no hubiera sido hecha para ella. ¿Por qué? No lo sé, pero daba esa impresión.

Fui sin siquiera darme un baño o comer algo a recoger a Ariel. Al ser recibido por su nana solo recibí quejas, según decía se había portado muy mal, que había estado mordiendo a su nana y lloraba mucho. Me extraño su comportamiento yo lo tome de los brazos desde su cuna y lo arrope calmándolo al instante.

- Caramba se te da bien esto de los niños.- Me dijo la elfa que por cierto era muy bella.

- En Mai Lin que no es mi tierra natal, soy confundido con el dios de los niños.- Dije con una sonrisa.

- Si te pido ayuda con unos niños problemáticos me ayudarías. A veces los niños me superan.- Me dijo devolviéndome generosamente la sonrisa.

- Si, por supuesto, pero soy guerrero, creo que es inadecuado que un niño este conmigo.

- No creo eso, veo como cuidas a Ariel, el interés que pones en el y lo cariñoso que eres, eres casi como una nana, pero hombre.

Me causo riza eso y me alago.

- Por algo soy el dios de los niños.- Dije acomodándome el casco de recia madera que por cierto tenia cuernos.

Estaba muy contento charlando con ella y lo hice un largo rato hasta la hora de darle comer a los niños, entonces saque un poco de mi durazno, como acostumbraba antes e darle la comida principal y todos comimos.

Estaba en la guardería muy feliz atendiendo a los niños cuando fui buscado por un soldado ya que era solicitado en el barracón.

r separarme de Ariel me dirijo nuevamente al barracón para comenzar con mi misión.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora