L10 Paseando por la plaza

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Ya habían pasado tres días de que a aquella baliza la mandara de viaje y también tres días del último avistamiento. Tu que lees podrías preguntar: ¿Por dónde iba el señuelo, que era lo que hacía? Y yo te respondería que para saberlo debería estar comunicado con él y eso supondría una señal hacia mí, señal que pudiera ser interceptada y seguida. Con lo expuesto notaras que desconocía absolutamente de sus acciones, posición o pensamiento, cuando esa personalidad creada viniera a mí, vendría, antes no sabría nada de sus vicisitudes.

El día anterior a la partida había ido por una mesa y seis sillas, una de las comunes de caño y madera, nada de lujo, lo suficiente para albergar a mis compañeros de juegos por si los llegaba a invitar, las encontré en una oferta y la verdad me pareció bien, lo único que puse atención fue en los asientos ya que algunos de aquellos lampiños eran rollizos.

Atendí el laboratorio, todo marchaba bien, alimente a los guardianes y a mi perro. Este (mi perro) ya había aprendido donde hacer sus necesidades y era en un cajón lleno de pasto que yo había diseñado, este era muy bello y decorativo y hasta tenia un pequeño duendecillo invisible que lo limpiaba muy a gusto.

Fui a juntarme con mis amigos vestido de negro y abrigado llevado además en mi mochila con mis manuales fotocopiados, hojas de personajes, la pises, gomas, cartas de Napalm (y sus dados) y miniaturas, esa noche habría reventón.

Al llegar los encontré a todo en la calle haciendo tumulto, nos saludamos y entramos a pagar el alquiler de la mesa por aquella noche, era muy poco el precio pero según me dijeron antes no era así, pero el mantenimiento, la limpieza, la lluz y ese tipo de cosas los habían obligado a hacerlo, de todas formas si usabas los computadores para juegos en red se te solía acreditar tiempo también en las mesas según cuanto tiempo cargaras, en resumen todo muy accesible y organizado.

Yo jugué aquella noche con un elfo negro (cosa que en el mundo donde estaba Ariel jamás había escuchado en ninguna leyenda y menos visto). Estos elfos eran buenos magos y muy radicales en la forma de comportarse, yo era un pícaro mago, me pareció divertida la combinación.

Pasamos la noche en aquel juego, entre risas y dados, me hacía recordar a una obra de teatro pero más libre y anárquica.

Me agradaba la abundante camaradería, pero no había ni una bebida de alcohol ya que en ese local estaban prohibidas. Esto era lógico porque los juegos de cartas y las bebidas espirituosas no son buena combinación.

En un receso (estábamos en el juego dentro de una cueva buscando un cáliz con néctar mágico) decidimos ir a por unos panes redondos de queso caliente para todos, compraríamos mínimo tres.

Mientras otros iban a por la comida yo decidí quedarme a revisar mi hoja y leer un poco las reglas. En aquel salón (que no estaba todo iluminado) note en su parte más alejada (y oscura) un movimiento. No era un ratón ya que los ratones no tenían semejante tamaño ni se movían de esa forma, más bien parecía un duende, uno real.

Me acerque a él con una galleta para ofrecérsela, este la acepto y nos dimos un poco a la charla. Según dijo vivia alli con su familia ya que en ese lugar se comían bien a causa de que mucha comida solía "desaparecer" o "solía ser olvidada" y al decir esto se golpeaba el pecho. También coleccionaban dados, lápices, hojas, cartas y hasta una que otra cosa más. Decía además que sus tesoros estaban seguros en un lugar secreto que no tuvo la mínima intención de mostrarmelo. Yo lo felicite por lo bien que estaba su hogar y lo elogie por mantener segura a su familia, mi conversación fue en su idioma, no en el mío ya que tantos años viviendo con ellos podia hablarlo fluidamente. Muy derrepente este salto al suelo y desapareció en una esquina de la pared porqueuno de mis amigos se había acercado a decirme que ya habían llegado la comida.

La noche siguió amena y realmente la pasaba muy bien pero apenas terminara la partida me retire aduciendo que tenía que atender a mi perro, al día siguiente no trabajaba pero como creo que escribí en otro momento, no quería criar lazos muy profundos con estas personas.

De vuelta a mi edificio, cuando pasaba por la plaza fui abordado por un grupo de cinco muchachotes, estos eran cuatro lampiños y un peludo perro de baja estatura. Me pidieron fuego, al principio, les dije que no fumaba, luego me preguntaron por la hora, les dije sin problemas fijándome en mi comunicador y luego si tenía algo de dinero. Ya cansado tuve que decirle que no, realmente quería volver. Al parecer mi respuesta no agradó y uno me mostro un cuchillo amenazándome con el si no le daba mi dinero y mi comunicador. Suspire y les dije muy tranquilamente.

- Amigos ¿Puedo llamarlos así? No les daré una moneda y mejor váyanse porque pueden salir lastimados aprovechen que estoy de humor.

Al parecer no tomaron bien lo dicho y rato de darme con aquel cuchillo, cosa que con la mano lo desvié de su trayectoria y se lo quite.

Estos se quedaron mirándome sin saber que hacer a pesar de haberme rodeado, yo mire el cuchillo y me lo clave en el pecho haciendo que se partiera en dos la hoja, luego arroje el mango al suelo para pisarlo y hacerlo añicos.

- Hijo de puta me rompiste el cuchillo, ahora si me la vas a pagar.

- ¿Y quién me la va a cobrar? Vos.- Le sonreí.

Entonces saco un revolver y rápidamente le tome del caño, lo aplaste y le di un cachetazo como diciendo "con juguetes a mí no".

- Insisto, váyanse y déjenme en paz si no quieren salir lastimados.

Al terminar de decir mis palabras recibo en la espalda un golpe con cadena, sin darme vuelta tome la cadena y le trasmití una buena patada eléctrica al infeliz dejándolo diciendo estupideces y temblando en el suelo, entonces me puse serio. Al que estaba más cerca le di un golpe en los oídos dejándolo sin equilibrio y luego uno en la boca del estómago dejándolo sin aire y cuando se doblaba un golpe con mi puño en la mandíbula quebrándosela, cayo como saco de tierra al suelo. Al perro peludo una simple patada en sus partes nobles lo dejo sin aire, luego lo agarre de las orejas y salte dándole con la rodilla en la nariz, cayo al suelo luego de lanzar un largo quejido. Solo quedan dos y los mire.

- ¿Enserio quieren esto? Tomen a sus amigos y vayan al hospital, necesitan atención médica.

No dijeron mucho más y se alejaron llevándoselos no sin antes inducirles con mi telepatía a que me olvidaran. Volví silbando a mi departamento muy tranquilamente mirando los negocios cerrados. Al llegar mi perrito me recibió muy contento pero con cara de dormido.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora