L7 El final de Qwon Pan Do

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Hola, hola, probando, si, si, uno dos tres, probando. Al parecer el conjuro de escritura funciona perfectamente, bueno, mejor comienzo.

Lo que encontré me superó, así que escribiré, lo que espero no sean mis últimas palabras.

Al reunir a mi grupo, tres soldados, dos sacerdotes y quien suscribe, fueron mis subalternos instruidos en la táctica y formación. Los sacerdotes usarían sus armaduras y sus bastones ceremoniales. Estos bastones eran bendecidos por su dios en persona y servían como refuerzo a su canalización. Este dios otorgaba muchas magias curativas, de protección y exaltación, las bendiciones de esta religión es bien conocida. Los soldados iban con tres armas, la principal, una espada larga con filo de plata para acompañar a su escudo. La segunda arma seria una lanza, por si debían luchar en segunda fila, estos eran toscos pero tenían el conocimiento suficiente para ser útiles. La tercera arma seria unas ballestas de corto alcance, suficiente para mantener a raya a un enemigo. ¿Por qué esta arma y no un arco que eran mas rápidos? Eso era simple de entender, ya que los arcos necesitaban mucho espacio para ser maniobrados y tal vez no tengamos ese espacio donde vayamos, los virotes por cierto eran reforzados y de punta de plata. Estos soldados además iban enfundados en cotas de malla muy flexibles aunque pesadas en los hombros, pero no lo suficiente para ser una molestia, estaban entrenados. La formación seria en V, yo estando en la punta con mi lanza, a cada costado, un poco mas atrás había un soldado cubriendo el flanco exterior con su escudo, entre ellos los sacerdotes y en la retaguardia habría el tercer soldado para cubrir nuestra salida y proteger a los sanadores. Si hubiéramos ido en fila hubiera sido, yo, dos soldados atrás, los sanadores y el que cubriría la retaguardia. Ahora relatare que es lo que paso en esa noche.

Nos dirigíamos hacia las minas, que resultaron canteras, nos iluminaba en esa oscura noche un conjuro llamado "luz de estrella" que era una luz tenue excelente para mis ojos y la de los elfos, ambos podíamos ver con muy poca luz gran cantidad de detalles, yo hasta en oscuridad completa pero no podía captar los colores en esta última condición. El camino a la cantera precia ser muy transitado, se veía la huella de las carretas y un poco de estiércol por aquí y allí, nada inusual, excepto el silencio, esto me lo hizo notar un sacerdote.

La cantera no estaba abandonada, pero de noche se antojaba que sí, pregunte entonces.

- Hojarrasca(uno de los soldados).- ¿Dónde dijiste que habían encontrado aquella cueva?

- Por aquí señor.- Y me llevo a una pared lisa.

Tantee las rocas buscando algo raro, y ciertamente la historia era rara, un día sacando piedras habían encontrado esa cueva para que al día siguiente desapareciera, un trabajador previsor hizo una marca donde estaba para que no se extrajera más piedra de esa zona, ya que la tildaron de encantada. Vi que no era piedra real, era una ilusión, una muy buena tanto que era sólida, así que con el signo del dedo esta se disipo con un audible chasquido cual rama al quebrarse.

La entrada era amplia y había marcas en las paredes, como glifos que se me antojaron desconocidos, utilice el hechizo que descifraba la escritura mágica y vi que era un encantamiento de ilusión, así que con unas rocas deformamos muchos de estos evitando asi que se activara nuevamente. Mientras más andábamos, y más bajábamos el olor era mas penetrante, húmedo y desagradable, ahora hasta el más tosco de mis acompañantes lo notó.

- ¿Qué es esa peste señor?

- Ese es el olor a la necromancia, apresten espadas.

Avanzamos más lentamente hasta un gran portalón de madera, en este había muchos grabados de gárgolas, muy bellas, en el sentido de bien echas pero espantosas por el hecho de que tenían aspecto realmente amenazante. Un descuidado soldado toco la puerta y profirió un grito de alerta cuando una de las gárgolas quiso morderle el dedo. Nos cerramos en círculo protegiendo a los sanadores que comenzaron a arrojar sus bendiciones y protecciones. No se hizo esperar la lluvia de gárgolas de madera sobre nosotros, luchamos con todas las fuerzas, pero nuestras armas se clavaban en ellas ocasionando más de una vez que casi las perdiéramos, así que di una orden.

- Canalizadores, vinculen el signo del dedo sobre nuestras armas.

Estos obedecieron y tuvimos el efecto deseado, al parecer ahora si los afectabamos haciendo que cada golpe a estas criaturas arrojaran una resina muy parecida a la de los pinos. Todo comenzaba a arremolinarse cada vez más a nuestro alrededor, así que utilice el conjuro "provocación" que hacia centrar los ataques del enemigo en mí. Comencé a priorizar mi defensa esquivando y bloqueando y no mucho más esperando que el resto se encargaran de ellos, y funciono en lo que se me antojo un muy largo rato. Estábamos muy empapados por aquella resina y utilice en todos nosotros el cantrip de "limpieza", no deseaba que esto se nos pegara, algo me decía que esa resina tenía un efecto secundario.

Miramos la puerta y con la fuerza combinada de la magia de los canalizadores y la mía pudimos hacer abrirla. Eso, se consideró instantes después de hacerlo como error. De esa puerta comenzaron a emerger espantajos muy horribles y deformes, como si no tuvieran la simetría de los seres vivos. Mis acompañantes se pusieron a rezar cuando dije.

- Señores, este es un portal a Infierno.

Había que actuar rápido, había que destruirlo antes que se abriera completamente, entonces, algo ocurrió, se abrió un tercer ojo en mi frente, y lo supe, si ellos se quedaban morirían para solo vivir una no vida. Dije entonces.

- Señores, cuando lleguen al poblado digan que el portal a sido destruido y que los místicos sellen este lugar de forma correcta.

- Pero señor, la puerta se está abriendo.

- No se preocupen, para eso estoy yo.

Sin mediar consulta, con mi magia los lleve al poblado y yo mirando de frente a ese portal hice acopio de mis fuerzas y conjure un circulo blanco para protegerme. Estas bestias se me abalanzaron pero no podían llegar a mi cuerpo, ya que la luz que emitía el circulo las quemaba pero de igual manera se abalanzaban. Yo comencé a escudriñar con mi renovada fuerza bajo tierra.

- ¿Dónde estás perla demoniaca, donde estás?.- Dije en un susurro mientras intentaba fijarme en el orbe basal.

Sabía muy bien que bajo ese portal se encontraba el orbe que era la piedra fundamental de estos portales. Con mi magia proyectaba mis sentidos a ella, atravesando todos los inmundos sacrificios que se hicieran para crearla. Estas bestias me habían cubierto con sus cuerpos y sus armas para vencer mi protección, y por un momento casi lo hacen, entonces sonreí.

- Te encontré.- Dije triunfante.

Concentre mi propia vitalidad y mi mana en esta para que estallara y esta lo hizo quebrando el portal y el piso en miles de pedazos acabando con todos los que emergieran dejándome a mi bajo la pila de piedras en las que me hallo en este momento. Mi magia hizo una barrera que fue la causante de que no aplastara mi torso y mi cabeza. Tengo un brazo bajo los escombros, al igual que las dos piernas están aplastadas. Bien lector, si lees esto purifica este lugar y lleva mi cuerpo a un campo santo. Yo estoy al quince por ciento de mis energías, guardare mi libro en la bolsa y me pondré en modo suspensión. Adiós.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora