L6 Jefe de guardia (segunda parte)

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Fui a ver a ese famoso noble y suspire al divisarlo, realmente no llevaba armas, solo lo vi subido a una carreta con dos buenos caballos cepillados y una gran sonriza, me acerque y pregunte.

- ¿Usted dice que desea entrar a nuestro ejército?

- Si así es.- Me responde bajándose de su carreta.

- Soy Lobo Azul y se que seré valioso en este lugar.- Y me extendió la mano, se la quede mirando.

- ¿Bien y que sabe hacer?

- Se manejar el fuego.- Dice recogiendo su mano.

- Demuéstrelo.- replique con una sonrisa que se hubiera antojado a mueca.

Este realmente sabia manejar el fuego, encendió sus puños y creo fuegos artificiales muy violentos en el cielo, no era la magia que yo había aprendido pero que aprendería.

- Bien, yo manejo el hielo.- Le dije sonriendo.- Y creo que nos será útil alguien como usted, lo dejare en reserva. ¿Sabe manejar algún vehículo aparte de la carreta?

- No.

- Pues la cosa es así, entrara usted en la reserva. Una persona con sus habilidades será útil, instálese, aquí mi ayúdate lo llevara al arquitecto y se le asignara una parcela para su negocio.-lo miro, algo me llamo la atención.- Luego vendrá a mí y se le asignara un maestro en armas, deberá asistir a entrenamientos todos los días excepto los de fiestas.

- Pero...

- Si, tienes habilidades mágicas pero aquí todos manejamos armas, la magia es buena, pero un buen arma la hace mas mortal. ¿Alguna duda?

- No ninguna.- Dice agachando la cabeza.- Yo me imagine que me recibirían diferente.

- Esto es un ejército y estamos en guerra, siento si soy rudo, pero hay algo que me molesta.

- ¿No seré yo?

- No, no es eso, es que me es difícil leerlo.

- No entiendo.

- No tiene porque. Axis, llévalo con el arquitecto, luego devuélvemelo para que le asigne y uno maestros.- Le hice el saludo, me lo respondió y me retire.

Sabía bien que me incomodaba, ese simple lobo sonriente tenía un domino sobre su elemento mayor al mío, al menos en potencial, debería redoblar mis entrenamientos con el frio y con los otros trucos que sabía.

- ¿Desde cuando yo criaba semejantes sentimientos? Me frene a pensar un segundo.- Deberé meditar sobre eso.

Ese mismo día, al terminar con los papeles tome a Ariel y lo lleve a un bote y nos adentramos un poco en el agua. Fui en la proa de este practicando mis paredes de hielo ya que había agua de sobra pensando claramente que no siempre con esta y que debería enfrentarme con mis otras magias. Frida me acompañaba y me observaba mientras el pequeño Ariel no perdía detalle, todo esto lo hacía para que me viera en acción y se inquietara también en aprender. La embarcación era simple, solo había cuatro tripulantes, todos ellos soldados a versados e uniformados. Luego de que comenzara el aturdimiento típico, signo de que mi mana era bajo comencé con mis ejercicios de yoga, enseñándole posturas a Ariel, sencillas como a sentarse en posición de loto y a respirar. Se que era pequeño pero el me entendía, entonces, con el entendimiento, vino la herramienta para aprender. ¿Y porque lo hacia? Simple, el dentro suyo tenía mi ki, la mayoría de el y debería aprender a manejarlo o lo desbordaría.

Volví al atardecer ya que comimos en la embarcación unos ricos pescados que yo mismo atrapara, unos de un nombre extraño típicos de aquel lugar. Al arribar al fortín fui a con Jun a darle de comer, a el los pescados, sabía que gustaba mucho de ellos.

El resto del dia me la pese entre entrenamiento y la revisión de la guardia, si era el encargado de la seguridad debía ser el ejemplo de entre todos ellos de responsabilidad en mi trabajo.

Cenamos todos juntos, con la soldadesca que no estaba de guardia a la noche, pero había algo que me inquietaba mucho y sabía que no era ni Lobo Azul ni un déjà vú, era otra cosa, algo del mar. Me lo quede observando largamente luego de comer.

- Después de mis rezos matutinos escribiré una carta al elfo para que me enseñe como volver a mi propia tierra, estos no son mis asuntos y son muy peligrosos para Ariel.

¿Sería la decisión correcta echarme atrás? No lo sabía, pero más importante que estas gentes era el pequeño niño. ¿Pero acaso estos elfos, enanos y peludos no eran también mis niños? Suspire sabiendo que no debía retirarme pero averiguaría el método de volver por si se ponían las cosas difíciles retornaría a mis tierras sin dudarlo. Abrace a Ariel consternado por el peligro en el cual nos habíamos metido olvidando que si yo me hubiera quedado en mi mundo peleando hubiera muerto y seguramente el también.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora