L7 Reunion en Veloviento

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De la meditación profunda paso a al éxtasis completo en aquella sala, la energía se notaba y acumulaba pero al estar incompleta la mastaba la sensación de que algo faltaba era muy tangible. Necesitaba vidrio, acero y algo de oro, no podría conseguir todo enseguida ya que la fabricación de oro en este lugar estaba prohibida, pero el edificio tenía que ser terminado, al final lo haría, permiso o no permiso, quieran o no quieran lo terminaría.

El día siguiente fue algo tenso cuando caminaba, ya no usaba mi tabardo azul, sino uno purpura por mi rango con mi nombre en naranja bordado con las letras de mi país. Todo marchò normal, haciendo cosas de poca relevancia cuando al tercer día me llego una invitación al palacio, así presentaba mis respetos al rey Veloviento. Se me antojo esto un retraso, pero necesario para no tener reprimendas, en mi ausencia deje a Ledor a cargo de todo. Vestí a Jun de gala y partí a palacio sin demorarme en ninguna parada. Aquel lejano palacio que me viera llegar hace tanto tiempo se via más pequeño, debe ser por todo lo vvivido en estas tierrras, pero igualmente era impresionante.

Complete el rito del puente para acceder al patio y allí me recibió un mayordomo diciendo que debía de suscribirme a un protocolo que requería que no llevara armas ante el rey para esta audiencia, me pareció extraño pero bueno, donde fueres has lo que vieres dice el refran.

Luego de explicarme estas cosas me llevo a mi habitación donde me cambié de ropas a unas más livianas, y para mí entender, más cómodas para moverme, de la ropa con que llegara solo quedaba mi ropa interior y mi bolsa. Cuando me dirijo hacia la sala de audiencias lo hice escoltado por cuatro soldados, aquellos pasillos señoriales eran de un arte exquisito. Finalmente llegue a la sala del trono, al lado derecho de esta había once caballeros con espada y escudo, del lado izquierdo, once caballeros con espadas grande y del lado izquierdo de rey, cinco magos, del lado derecho seis sacerdotes.

Me pare a lo que creía nueve metros del trono, lugar que me marcaran para comenzar mi entrevista, una vez acomodado el rey hablo.

- ¿Cuál es tu nombre soldado?

- Mi nombre es Qwon de Pan do.

- Así que tú has sido promovido a la comandancia del fortín Fitz Gerald.

- A si es mi rey.

- ¿Tu rey? Tu nunca juraste ante mí, ni eres mi vasallo, ni siquiera eres nacido en estas tierras, para nosotros eres un extranjero.

- Mi rey, si nací en otros lugares, pero no me llame así, yo no soy como los extranjeros que asolan este lugar.

- ¿Y cómo se yo eso? Tú has venido, has trepado entre nuestras filas, has humillado a todos los capitanes con tu discurso. Dime, si tuvieras a alguien así entre tus filas. ¿Qué pensarías de él?- La verdad mi situación era problemática y entendía ahora porque me hicieron venir sin armas.

- Mi señor, entiendo su encono hacia mí pero...

- Pero nada, tu eres un extranjero y mentiroso.- Aspire hondo.

- No lo soy y puedo probarlo, puedo luchar contra cualquiera de estos y vencerlo, así demostrare que mis técnicas son superiores.

- Superior a cualquiera de estos soy yo, tú lucharas contra mí.

- Pero mi señor, no podría.

- Rechazas una orden soldado.

- ¿Y si venzo, que pasará?- Dije con atisbos de esperanza

- Abras probado que tus palabras son ciertas, pero también abras faltado a tu lealtad contra mi levantándome la mano.

- Pero señor no me ponga en esta encrucijada, si me ataca yo me defenderé, le pido que elija un campeón para esta lucha que lo represente.

- ¿Qué pasa? Te niegas a obedecerme, eso en insurrección.

- Señor, no puedo atacarlo.

- Escucharon caballeros, se negó a obedecerme, así que no me queda más que proscribirte de este reino y de este castillo.

La sorpresa era máxima, no entendía nada de lo que pasaba y la tensión se sentía por doquier. Aspire profundo y clavándole la mirada a Velovento dije.

- Esta bien rey artero, me retirare, me llevare a mi hijo y a mi perro de aquí.- Hice una pausa larga y se me abrió el tercer ojo quedando bien visible ante todos y con voz sonoramente ronca y distorsionada dije.- Pero ida será la condenación de tu reinado y tu linaje acabara, no por mi mano, sino por aquello que no pude haber evitado.

Me di vuelta y comencé a retirarme cuando los guardias de la puerta cruzaron sus lanzas impidiéndome salir.

- No tengo nada en su contra, déjenme salir, se los digo por su bien.

- ¿Qué pasa Qwon de Pan Do? Tu maldices mi linaje y pretendes irte.

Simplemente lo mire y desaparecí.

La tele portación me llevo al patio y de allí me tele porte de nuevo hacia Fitzz Gerald, no por magia, sino por obra de mi ki que había vuelto. Todos me recibieron como siempre lo hacían, con una bienvenida, pero, ahora si utilizando mi magia guarde en mi bolsa todas mis cosas, tanto las de la torre de magos como las de mi hogar, no dejando ninguna de mis pertenencias ni siquiera olvidando un pelo perdido. Todos me preguntaban qué pasaba, pero no respondí, así que tomando a Ariel salí como bólido montado en Jun hasta llegar a las montañas que estaban en la fronteras del reino de Veloviento.

Ahora estaba solo, no podía volver a mi mundo porque de hacerlo debería de volver con Ariel y tan pequeño podría presuponer su muerte, ni podía volver a lo que había defendido y llamado mi hogar porque era un proscripto, solo quedaban las montañas que serían mi refugio de ahora en adelante.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora