L6 Axel y Axis

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En el cuartel me equiparon con una gran mochila de recio cuero, bastante grande y con muchos bolsillos para que guardara mis cosas que debería cuidar ya que en ello se jugaba mi vida. Tan grande era mi mochila que no solo entraban mi ropa y mis alimentos, sino que además mis instrumentos de hacer flechas, la madera acondicionada para muchas horas de diversión y muchas puntas de flechas y plumas. Cualquier observador diría porque no las llevaba ya construidas, pero tenia mucho tiempo sin hacer una y necesitaba a practicar diligentemente. Mi armadura fue pulida por nuestros sirvientes y nuestra comida preparada por nuestros cocineros todos hacíamos algo, no había espacio para la holgazanería. Todos los soldados se despedían de su familia afectuosamente y yo lo hice con Ariel. Fue duro para el pequeño también despedirse de Vadis, pero esta vez debía venir conmigo, le prometí que volveríamos los dos y si encontraba algo a su altura, un regio regalo también, entre pucheros y llantos contenidos nos despedimos, los llantos y pucheros eran míos. A Vadis lo había entrenado para el combate y aunque no tuviera mi ki seguía siendo un can maravilloso y peligroso, justo lo que necesitaba además de su agudo sentido del olfato y su presteza para la vigilancia. Nos trasladamos en caballo, unos simples y comunes hasta nuestro barco en el puerto del rio, dejando nuestras monturas en aquel lugar y subimos a una grande y rápida embarcación todos los guerreros y nuestros sirvientes. Alli todos los guerreros estábamos alerta vigilando el camino por cualquier posible incursión, no hubo ninguna. Al llegar al puerto que estaba sobre el mar tomamos ahora una embarcación más grande y sólida, con cañones y nos embarcamos con otro contingente de guerreros que nos esperaba. No solo nosotros y algunos perros subieron allí, sino que también se nos unieron monturas para la mitad de nosotros, yo no estaba incluido entre los afortunados que utilizarían alguno de esos magníficos animales. El barco de cerca era mas impresionante y era parte del la marina del reino este , reino en el cual estaba. Aquel buque de guerra no solo estaba echo de madera como yo hubiera creído, sino que gran parte de el era de metal. Sus mandos se asemejaban mas a una embarcación que yo llamaría moderna a lo que se supondría, pero la tecnología con la que estaba echa era diferente en un grado supremo. Estaba muy decorado la sala de mando con estatuas y las rigurosas decoraciones de armas de una sala de un fortín. El capitán del barco, un elfo, nos explicó el porqué de la importancia de llegar a todos los fortines con suma rapidez. Al parecer este recio capitán con su rostro marcado con una cicatriz que le iba de la boca a la oreja (oreja seccionada) nos aclaro muy bien que teníamos que estar preparados para cualquier incursión, no solo de tierra, sino de mar y hasta de aire ya que los extranjeros tenían extrañas monturas voladoras parecidas a los grifos. No estábamos en una tierra peligrosa, en apariencia, pero las trompetas de la guerra estaban comenzando a alzarse. Yo no baje en el fortín que ya conocía, sino un segundo fortín al casi llegar la noche. Todos los fortines eran muy parecidos y como era de suponer me asignaron la vigilancia del mar esa misma noche sin mediar siquiera descanso. Deje mis cosas en un barracón que no se distinguía de cualquier otro que ya hubiera visitado en esas tierras, allí mismo me asignaron dos compañeros para la empalizada que daba al mar, eran dos peludos lobos (los primeros que viera en esas tierras) llamados Alex y Axis, al parecer dos hermanos gemelos que no podían ser mas diferentes en carácter e intenciones. El primero, Alex, un soldados de campo en su conversación denotaba que quería demostrar su valía entrando en aquel ejercito, Axis, por el contrario solo entro por acompañarlo, sus intenciones eran no tener que probar la sangre en combate, cosa que le dije.

- Esta es una guerra, se derrama su sangre o la nuestra.

Palabras crueles pero era la verdad. Como era el que tenia mas entrenamiento parcial y ya había estado en combates tanto en este mundo como en el mío se me asigno como jefe de esta guardia, nadie tuvo problemas con ello. Axis permanecía en la torre derecha, Axel estaba con abajo caminado aquella pasarela de vigilancia siempre enfrentados o de espalda, cuidando el mare por cualquier incursión. En un momento Axis tuvo ganas de orinar, no hubo problema, fueron unos instantes en las cuales me pude apañar, pero el subió con una bota de bebida para poder pasar aquella noche, hice, sin mediar pensamiento, que la guardara de donde la sacó.

- No comeremos ni beberemos, eso nos dará necesidad y sueño, hay que estar alerta.

La guardia fue en silencio, como le hice notar a Axel al pedirle que dejara de silbar. Vadis siempre estaba atrás mío hasta que decidió estar en el medio mirando el agua, esto me alerto un poco, pero vi nada más que se dedicaba a mirar el mar, el sabría porque lo hace.

El pregonero cantaba las horas, todas ellas luego de cerciorase con todos los jefes de guardia que estaba todo normal. Muy de noche entro una carreta que a mi se me antojaba misteriosa, luego supe que eran suministros, de igual forma me pareció inadecuado que se movilizara de noche.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora