L8 Spanky

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Algo raro está pasando, pero Spanky me está ayudando a entender. En los últimos días casi no he dormido ni comido y el pasar del tiempo se vuelve extraño, mas fragmentado, tengo tiempo perdido. A veces me encuentro hablando con migo mismo, pero esto no es lo extraño ya que vivo una vida solitaria lo extraño es que me respondo, según Ariel, hasta con distinta voz. Ya no puedo meditar, me asaltan espantosas visiones, sé que ellos están allí, esperando, debo andar con cuidado. Una noche de desvelo apareció Spanky, él es pequeño, pero más grande que un duende, todo negro como caoba lustrosa, tiene dos pequeños cuernos y unos bellos ojos verdes resplandecientes, soy el único que lo ve, ni Ariel ni Vadis lo hacen, ellos no pueden, es toda una lástima. A los días pude recodar que paso en la fiesta, tratare de escribirlo lo mejor que pueda, Spanky me pide que no lo haga pero es una costumbre, además debo de hacerlo antes de olvidar.

Finalmente llegó el momento de la fiesta así que bajamos nuevamente de la montaña alegres y felices por los buenos momentos que viviríamos. Cree buenas pieles para ponernos, se veía muy limpias y provisto solo por algunas monedas junto con la mercancía recogida fuimos solo Jun, Ariel y yo.

Al llegar vi que había bellas guirnaldas y adornos por todas partes, juntos con hermosas farolas que se encenderían a la noche. La taberna me recibió y acepto mi pago por las habitaciones de la noche ya que serían tres noches las que estaríamos allí antes de subir nuevamente la montaña; no estaba preocupado por la casa ya que Vadis la cuidaba y tenía suficiente comida.

Camine por el poblado yendo a las tiendas de los hongos.

El tendero me los recibió felicitándome por el gran tamaño que estos tenían.

- Gracias, es que tuve un buen maestro. Por cierto, los que tiene un vaho lechoso al tocarlos no deben ser recogidos, no es correcto que lo hagan.

- ¿Y porque eso?

- Unos duendecillos viven allí y está mal destruir su casa.

- No sea ingenuo señor, esos son los mejores y más deliciosos.- Suspire

- No señor, debe hacerse de esta forma, sino será castigado por los espíritus del bosque.- Una mujer se rio a mi espalda.

- ¿Disculpe?- dije volteando algo enojado

- Que lo que dices es una tontería, siempre lo he hecho así nunca me ha pasado nada. ¿Quién me castigara? Vaya tontería, la costumbre de aquí es así y ni tu ni nadie va a cambiar eso.

- Vaya mujer, se ve que eres estúpida además de bruta. Creo que deberías medir tu lengua cuando le hables a alguien más fuerte.

- No te tengo miedo.- Dijo levantando la mano amenazando con golpearme el rostro. Yo simplemente la mire fijo y dije.

- Yo tampoco y si me golpeas, te devolveré el golpe. ¡¿Quién carajos te crees para enfrentarte a un guerrero?!

Caramba, me sorprendí gritando y el hombre que me recibiera los hongos me los devolvió diciendo.

- No queremos nada tuyo, mejor vete.

Los mire algo más que excitado, mi corazón latía muy rápido. Tome mis cosas y les dije.

- Como quieran, luego no se quejen del castigo.

Al irme este arrojo una fruta a mi espalda, cosa que la sentí venir, me di vuelta, la atrape con la mano y se la arroje estrellándosela contra la cara haciéndolo caer de espalda, allí me tomo de la mano Ariel.

- Vamos papá, no vale la pena.- Con casi un gruñido le dije al elfo que se agarraba el rostro.

- Tienes suerte, vives un día más.

¡Vaya desfachatez! ¿Quiénes se creían estos al hablarme de esa forma? Venía con conocimientos y me trataron como un bruto. Al parecer la cortesía entre estos aldeanos no era muy diplomática.

Vendí en otras tiendas mis hongos, los cuales fueron aceptados sin que mediera problema alguno hasta me supieran decir.

- No se preocupe señor, estos se creen gran cosa por conocer el bosque. Además están sensibles porque sus hijos murieron a manos de un oso.

- Caramba, que mal. Pero bueno, no deberían recogerse los que tienen un vaho lechoso.

- Lo tendré en cuenta, no se preocupe.

El resto de la conversación fue acordar el precio y no mucho mas. El día siguió normal hasta su mitad momento en el cual me encontré a mis tres amigos en la taberna. Comimos ricas delicias de las fiestas la bebida esta vez era algo suave, fermentado muy ligeramente, Ariel que prefirió tomar agua. La verdad el sabor frutado de esta bebida era muy deliciosa, además tenía burbujas y extrañaba mucho eso al refrescarme.

El resto del día la pasamos en la feria mientras mi pequeño jugaba con los mozuelos, le di unas monedas para que gastara. Reconozco que bebí mucho y comí mucho también, pero mi cuerpo, como siempre lo procesaba con gran rapidez no dejándome alcolizado. Llego la noche y nos juntamos en los bailes de allí, cosa que yo preferí quedarme en las mesas, la verdad ya había hecho demasiadas amistades y no quería encariñarme con muchos más. Mientras disfrutaba de la música y Ariel estaba dormido cuando vi que una mozuela, bella con pelos negros y salvajes se me acerca.

- ¿Quiere bailar?

- No.- Una respuesta muy simple.

- Vamos venga que el niño ya está casi dormido.- Levante una ceja.

- Señorita, no insista, no deseo bailar ni con usted ni con nadie más.- Esta belleza al parecer se enojó por el rechazo y con un resoplido dijo.

- Va, seguro te dan por atrás a ti.- Me pare, algo mareado y le dije a pocos centímetros.

- A mí no me dan por ningún lugar, pero a ti parece que si, además, debes de ser la fácil del pueblo.

Por los colores rojizos que tomara su rostro no le debió gustar mucho la respuesta y me dio un cachetazo sonoro, muchos que veían todo hicieron un sonido a u en clara burla. Yo con el dorso golpe a esta haciéndole caer al suelo, y mirándola como se agarraba su nariz sangrante le dije.

- De donde vengo, nadie le levanta la mano a nadie si no tiene la fortaleza de saber recibir un golpe.

Allí se armó el escándalo. Un hombre a gritos de "Le pegaste a mi hermana", saco un cuchillo y vino a mí. Tome entonces mi bastón de exploración de mi lado y lo espere, cuando estuvo la tiro lo desarme haciéndole volar el cuchillo atrapándolo luego. Entonces me le acerque con este y se lo clave en el brazo.

- ¿Pretendías hacer esto?-Le saco el cuchillo.- O pretendías hacer esto.

- No papá.- El grito de Ariel me freno de abrirle las tripas.- Vámonos, no me gusta este lugar.

Arroje el cuchillo al suelo dejándolo clavado hasta el mango, alce al pequeño Ariel y me retire. En el camino unos guardias quisieron atraparme, simplemente al acercarse los deje paralizados y me retire del lugar, mi niño a voz de "Vámonos de aquí papá" hizo que así ocurriera. Espero que no escuche de nuevo de esta gente y sus bravuconerías, porque no siempre estará Ariel para defenderlos.

Bueno, esa es toda la historia, iré a beber algo, tengo mucha sed.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora