L7 Más Arriba

2 0 0
                                    

El hambre me llego como me habían advertido, realmente era mucha como pocas veces sentí antes, comí al menos como por cinco soldados en guerra. Ese conjuro era muy efectivo, curo mis quemaduras completamente en dos días de aplicaciones constantes y hasta creció un poco mi pelo y mi pelaje, según me decían, estaba más brillante. Qué curioso algo que había nacido medicina regeneradora que tenía aplicaciones cosméticas y me hacía ver más joven, la verdad era agradable ahora verme el rostro y tocarlo. ¿Qué magia más increíble? ¿Tendría efectos secundarios? No lo saíia, al menos no me convertiría en zombi ansioso de carne. Mire por la ventana y sabiendo que llovería decidí sacar mi paraguas, me habían regalado esos días uno hermoso rayado desde el centro hacia afuera de colores rojo y blanco.

Luego de mi inspección a la guardia volví a la torre esperando la jaula que había encargado en la herrería para la bestia que había atrapado, y mientras la hacían decidí, con un libro mágico que me regalaran, escribir mi diario. El libro era muy particular ya que no era muy grande, pero la cantidad de páginas que tenía era infinita, y siempre lo habrías donde lo querías abrir. Si no deseabas ninguna pagina en particular se abría al azar casi como un libro normal.

Pasaron dos días de chubascos, días despejados y lluvias livianas, no hubo grandes cosas excepto que llegaron carretas con los materiales de construcción de la cantera y sin ninguna novedad mayor que reportar.

En la hora de mi estudio vi, en un libro de portales y ritos de teleportacion , cómo se construían los portales de las bolsas. Había dos formas, la primera era tener o crear un agujero de gusano a la tierra deseada y afirmar todo mediante algunos conjuros y ritos, o tener la piedra basal de un portal previamente echo y re construirlo en otra parte.

Pensé que tener nuestro propio portal sería algo muy bueno, iría y destruiría el portal tomando su piedra basal para construir en el mismo fuerte uno nuevo y de esta manera evitar que entrar las bestias que nos acosan en la bolsa de los lobos. La decisión parecían ser muy aceptada ya que la provisión de grifos estaría asegurada y seria rápida, sin peligros en su búsqueda ni nada parecido. Pero, siempre había un pero, la operación debería hacerse rápido y de forma precisa.

Al día siguiente de que aceptaran mi proposición nos alistamos con nuestros grifos, el mío llevo al oso vagabundo y a mí ya que el, el oso, no solo sabía combatir, sino que además conocía algunas papeletas de defensa que se me antojaban muy útiles en nuestra empresa. Yo no podía usar mis papeletas por mi falta de ki, no es que no tenía nada, pero era realmente bajo y el utilizar algún poder pondría en peligro mi vida. ¿Ustedes se preguntan por qué no recuperaba mi ki con comida y sueño? Yo también me lo preguntaba, pero notaba que en realidad si lo recuperaba pero se disipaba en misma medida que se generaba, algo en ese mundo había sellado mi habilidad de poder retenerlo.

Yo volaba en Jun mi montura doble, atrás mío iba Rainkenji con unos ropajes color ocre, nosotros con nuestros uniformes azules como correspondía. ¿Quiénes éramos nosotros? Pues éramos Axel y Axis, y yo, quien mas podrían ser.

Volamos con gran rapidez partiendo al amanecere evitando subiendo a mucha altura por encima de las copas delos árboles, cubriéndonos, en lo posible, de nube pasajera en nube pasajera, esto demoraba mas nuestro viaje pero era necesario ya que la sensación de que nos observaban era una presencia que no me podía quitar.

Vimos el portal un cuarto luego de partir, era realmente grande y la piedra basal se hallaba a un metro de profundidad bajo el suelo empedrado, Debíamos de romper el empedrado, quitarla y llevárnosla antes de que algo ocurriera. Las piedras basales no eran muy grandes, eran más bien orbes estrelladas de color lechoso que se enterraban bajo estos lugares cuando se realizaban los ritos de sellado.

Mediante frio de mi magia y calor de la habilidad del oso quebramos el piso y con picos todos nos pusimos a remover los escombros para darnos paso a nuestro objetivo. Mientras trabajábamos solo Axis no ayudaba a remover piedras él estaba observando los meridianos para evitar cualquier ataque. Algunas veces me llamo por algunas cosas que veía y yo hacía inmediatamente el signo del dedo para disipar cualquier sospecha, fundada o no de inicio de encantamiento.

Al llegar al basal, lo guarde en mi bolsa y partimos raudamente para ver que al elevarnos una neblina comenzaba tenuemente a salir del bosque, mis sospechas eran ciertas y ellos estaban cerca.

Mientras volábamos de vuelta pensé en como sabían tan precisamente, ya dos veces donde íbamos y que caminos tomábamos, para ellos había tres posibilidades, o había un espía, o nos observaban mágicamente o ambas al mismo tiempo.

Decidí elevarnos más todavía, a por sobre las nubes de forma instintiva, quería alejarme del bosque lo más posible y no perder nunca el horizonte de vista. Varias veces tuve que desplegar mi signo del dedo, también Axis y Rainkenji hicieron lo suyo para protegernos.

Llegamos con la noche cerrada a la entrada al campamento.

Al aterrizar y guardar nuestras monturas comimos bien y descansamos seguros de que nuestra misión se había cumplido. Pero aquello estaba allá escondido en la umbría de madera que habíamos abandonado, observándonos, esperando una equivocación.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora