L11 Tormenta

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Esos trajes eran maravillosos, median todos nuestros signos vitales, nuestra humedad exterior y nuestro cansancio físico. Planifique que para el momento que cobráramos lo suficiente me haría de uno de estos artilugios para mí y para Liu. ¡Hasta música tenia!

El viaje en el desierto se nos antojó aburrido, solamente había una ligera charla con mi compañero y mucho baldío, algo monótono para lo que estábamos acostumbrado. Realmente me asombre con la resistencia de los Hun, esto solo iban vestidos con cascos que dejaban fuera sus largas antenas, más que algo para protegerlos era para mantenerse comunicados con nosotros y nuestro "abejorro".

Llegamos al desierto profundo anunciado por un mar de arena y dunas (junto con un progresivo aumento de la temperatura). Como precaución comenzamos a ir en zigzag, un largo y errático deambular para así evitarnos los peligros que se agazapaban invisibles bajo la arena. En la lejanía vimos a un Cavador, una fábrica sobre ruedas metálica que recordaba a una oruga que extraía el polvo naranja para las refinerías. Alguien desprevenido o novato podría ver esto como peligro para nuestra manada, pero no ya que la zona de pastoreo era bien delimitada por artos peligros para estos vehículos, además de ser zona donde con tanto peso se pondría en peligro a los gusanos ya que donde nos dirigíamos (zona cambiante y mutable en extensión y posición) los gusanos se hallaban mas en la superficie y serian aplastados por las moles. ¿Cómo hacia un Cavador para llegar a su zona de destilación y volver a su base? Fácil, lo hacían con un helicóptero de gran porte.

Antes de adentrarnos en donde sería nuestro destino y campamento de pastoreo, el traje dictamino una parada y establecimiento de un campamento temporal, al parecer una anomalía climática se acercaba. Algo que cambie de la rutina que nos habían establecido para este contratiempo fue que ellos (nuestras monturas) tenían su tienda y nosotros la nuestra. En vez de armar dos y hacer un gasto innecesario de recursos hice una sola, la curiosidad de tratar con ellos fuera del trabajo me hacía picar el pelaje de pura curiosidad. ¿Cómo hacíamos una tienda de campaña grande junto con cerco de par nuestro ganado? Pues las tiendas las hacíamos con unos pequeños cubos los cual replicaba una tienda que previamente programamos, en forma, material y tamaño. Estos artilugios llamados "las semillas de cosas" eran pequeños y básicos replicadores de materia, muy útiles para viajes en los que se deseaba ir liviano, pero algo caros, de todas formas en la ecuación costo – utilidad, al parecer eran muy rentables. Luego el corral para nuestro ganado fue delimitado por un centenar de pequeñas abejas que volaban en círculo delimitando el espacio en el cual estarían el cacto araña. Al ver el límite que les imponían estos se enteraron en la arena dejando pequeñas dunas con espinas largas y negras. Estas, según averigüe después, servían para medir el calor, humedad y de sonar, estas solo se desenterrarían al dejar de escuchar el zumbar de las abejas. Fueron posteriormente remplazadas por una bocina que emitía dicha vibración. Estos multifuncionales apéndices se hallaban en su lomo.

Teníamos dos geo localizadores de repuesto, al parecer estos abejorros cyborgs se cansaban y de tanto en tanto había que cambiarlos por frescos de forma similar que hacia yo en el pasado en las postas después de viajar mucho en caballo.

Cuando terminamos de levantar nuestro campamento nos comunicamos con nuestros compañeros en base. Para hacer llegar lo que nos faltaba utilizamos nuestros bastones poniéndolos verticalmente uno a unos metros del otro abriendo así un portal a donde ellos se hallaban.

Llego el pequeño androide de carga con nuestros computadores y mobiliario para establecernos, trajeron además de tres geo localizadores extra que salieron disparados en diferentes direcciones para trazarnos un mapa de la zona para así triangular la anomalía, su especialidad, por su diseño era la rápida exploración.

Mientras los monitorizaba Liu atendió a nuestras monturas, que a pesar de ser responsables en su trabajo eran almas nobles y por su limitado desarrollo mental había que tratarlos como si fueran niños. Allí note que estos, a pesar de ser creados para trabajo y no nacidos para la vida, eran unos lulu como les decían despectivamente. Estos seres eran conscientes de si mismos inteligentes, infantiles, bondadosos y compasivos, uno esclavos perfectos y sumisos.

¡Que dilema moral¡ Estaba apoyando la esclavitud de estos dos que eran menos que mascotas ya que si morían se fabricaban más y se los remplazaba, ya pondría yo manos en el asunto, al menos para estos que tan bien nos trataban.

Los geo localizadores detectaron finalmente la tormenta de arena, algo muy común en esta zona, así que levantamos las vallas energéticas para evitar el desastre. Estábamos bien equipados y preparados para este contratiempo, lo que no sabíamos cuánto duraría. Finalmente arribaron los abejorros exploradores y se le dio plena potencia a las vallas y nos comunicamos con base pidiendo instrucciones, la respuesta fue.

- Quédense en ese lugar, no arriesguen la mercancía. Ya analizamos la tormenta y enviamos baterías de refuerzo así que abran la puerta.

Volvimos a abrir el portal y nos llegó un gran cajón que conectamos a la valla y se hizo ahora un domo visiblemente plateado y recién allí estuve completamente tranquilo. Este prodigio tecnológico (prodigio Annuna) oponía a una energía cinética hostil una potencia un tercio mayor a la que le imprimían expulsando fuera y lejos lo que esta arrastraba. El aire nos entraba por un mini agujero de gusano y por otro era extraído el viciado dando así un lugar amigable para vivir.

Algo gracioso que remarcar era como tratábamos nuestra higiene, a causa de el excesivo calor y para no perder la humedad no nos sacamos nunca nuestras armaduras, ni para ir al baño ya que pare este menester teníamos unas cajas en donde nos sentábamos, estas se abrían y se sellaban a nuestro trasero abriendo una compuerta donde dejábamos nuestras heces. Y yo que creí extraño limpiarme con telas después de defecar.

Estuvimos dos días y medio allí encerrados cambiando en cada amanecer la batería que se tenía que renovar por la gran cantidad de energía que se gastaba. Fue curioso cómo me recordó a las noches del mundo de mi maestro, tan oscuras y cerradas, allí ni luna había, acá teníamos no solo a las estrellas sino además a las lunas que hacían de luceros potente en el cielo, se podría decir que este mundo no conocía la auténtica oscuridad.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora