L9 La barriada de los búhos

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La barriada de los búhos es una lugar que está activa casi exclusivamente de noche ya que estos peludos, y los lampiños que viven allí son noctámbulos. El pasar del resto de Mei Lin a esta zona es como viajar muchos quilómetros dando un paso. Los búhos o buhoneros son gente alegre pero en extremo agresiva, es curioso para gente de ojos tan grandes que no se miren a ellos, sino que para hablar con uno no 0tienes que sostener la mirada, eso para ellos es una provocación.

El mercado al cual me dirigía tenía muchas cosas que son catalogados como superstición, patas de animales raros, ojos de insecto, alas de mariposa y componentes similares se encuentra con suma facilidad, lo que más nos costó encontrar son uñas de serpiente.

La serpiente, las peludas o no son conocidos por sus extremidades fuertes y de lo orgullosos que están de este detalle. De cuatro patas fuertes, los ferales y los salvajes son las uñas que buscábamos. Luego de revisar varios frascos encontré del tipo adecuado, las extrañas uñas negras.

La gente me miraba como compraba todo custodiado por los hombres de Don Vittorio, procuramos no llamar mucho la atención sonriendo y prodigando bendiciones por cada esquina que doblaba. De entre tantas cosas que compre los elementos finales eran los más caros, estos eran perlas y oro.

El oro debía refinarlo muy concienzudamente, cosa que ya tenía mucha práctica en este menester y las perlas debían de ser disueltas para dárselas a beber, junto con una grasa del jade en una bebida fresca de vinagre. Compre finalmente todo lo que necesitaba, pero en medio de todo aquello también tome un tentempié con las delicias de aquellas gentes. Ratones acaramelados, sapos fritos, caracoles rellenos, babosas en guiso, langostas fritas, moscas en guiso y tantas cosas más que se comían en aquel lugar, por alguna razón mis acompañantes no quisieron acompañarme, ellos se lo perdían. Una vez satisfecho de comida fui a un almacén que me recomendaran por sus buenos productos a buscar el vinagre, casi me olvidaba de el. En este negocio lo vendían en botellas de vidrio, este detalle era excelente para medir contra luz su pureza y composición. Luego de hacerme con el vinagre volvimos a la mansión para instalarme.

El lugar que pedí era una habitación en el último piso, esta fue desalojada y el siguiente pedido incomodo, me acerque a Giacomo y le dije.

- Don Giacomo, comenzare a trabajar en esta habitación, pero la condición es que nadie entre y que no allá cámaras.

Discutimos afablemente unos instantes pero hice notar que esta era una condición para mi trabajo, este accedió y en la intimidad de mi habitación saque mi laboratorio que escondía en mi bolsa. Una vez instalado mis aparatos revise a Don Vittorio para asegurarme que seguiría vivo hasta comenzar los ritos.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora