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Pasaron los días, luego las semanas y la poción se destilaba de forma óptima. Está ya iba en su cuarta fase, una más y la podría beber, claro que ahora debería buscar algunos elementos pocos convencionales. Tierra de cementerio, grasa de una mujer virgen de al menos trece años, semen de león (del animal no de peludo ni feral) un huevo de una gallina negra que nunca allá tocado un gallo, el cráneo de un niño varón que no allá muerto hace más de un año, un gato negro que no allá conocido a una gata, y algunas minucias más algo escabrosas como placenta de primogénito, etc., etc., detalles, nada imposible. Para que me guarden respeto, y para que no traten de imitarme diré que conseguí todo y sin dificultad.

Me preguntaran seguro. ¿Hubo derramamiento de sangre al conseguir estos elementos? Hubo, pero quien dejó de existir en el proceso era alguien prescindible para el planeta además como se suele decir, para hacer magia hay que hacer sacrificios.

Volvía un día algo estresado del trabajo, habían estado algo complicados los jefes pedían tonterías de puro aburridos que estaban. Pero no todo fueron contratiempos ya que con ingenio y disimulo conseguí todo lo que necesitaba, algo escrito por ellos, algo de su saliva y algo de su ropa, todos esos hijos de buena madre serian malditos de tal forma que la muerte será un alivio que se les negará nadie me humilla y sale indemne.

Abrí la puerta del edificio y a mi encuentro salió portero.

- Un par de personas están preguntando por ti.-

- ¿Y cómo son?

- Raros, están en el salón de juntas, dicen que quieren hablar con el que habita el último piso de forma urgente.

- ¿Y porque los hizo entrar? Pueden ser secuestradores o cualquier cosa asi.- Dije mientras iba a la sala de juntas.

- Es que uno es un monje.- Entonces abrió el portero la puerta y vi a Urusangal y a Liu Tong, toda una real sorpresa.

Me acerque y les salude cortésmente extendiéndole las mano de forma protocolar.

- Bendiciones para ti monje, mi nombre es Shung Fang.

- Bendiciones para ti Shung Fang mira podríamos ir a tu departamento, creo que algo de nuestro monasterio se está escondiendo en tu casa.

Hice la cabeza hacia atrás con cara de extrañeza y respondí haciendo una mueca.

- No tengo ningún problema que revisen mi piso, pero ese tan raro quien es.- Dije señalando a mi discípulo.

- Me llamo Urusangal pequeñín.

- Un gusto, pues si, vengan a revisar, aunque no creo que allí vallan a encontrar algo.

Nos dirigimos hacia los ascensores y mi querido Liu Tong no era pequeño desde mi perspectiva actual, era hasta más alto que yo, Urusangal sí que era gigantesco y con su morruda musculatura parecía el pico de una gran montaña surgida del mar.

Estos entraron a mi habitación y los recibió mi perrito que estaba dormido con un gruñido, yo lo alce y me excuse.

- No está acostumbrado a la gente extraña.

- No te preocupes.- Me respondió Liu con una sonrisa.

Miraban toda la sala de estar buscando y fue mi hermano mayor el que comenzó el interrogatorio.

- ¿Hace cuánto estás viviendo aquí?

- Algo más de un mes.

- ¿No has visto a nada extraño?

- A ustedes.- Dije jocoso.

- Que cosas. ¿Puedo ver las habitaciones?.- Pidió Liu

- Pase padre.- Dije señalando el pasillo.

Se dirigió sin disimulo a la habitación del laboratorio y entro al abrir la puerta a un cuarto casi vacío.

- ¿Porque no hay nada aquí?

- Hay una silla.- Lance una risa.- Es que la quiero convertir este lugar en mi escritorio pero aún no me hago del dinero para comprar los muebles.

- Ya veo.- Me respondió revisando la ventana y la puerta.

- ¿Puedo ver la cocina?

- Pase nomas.

En la cocina revisaron mi alacena, casi parece que hacían contabilidad de mis condimentos. Me llamaron la atención por los platos sucios que había dejado en el fregadero diciendo que era algo que había que limpiar de forma inmediata, luego de esta observación les pregunte.

- ¿Y a quien andan buscando?

- A mi maestro.- Respondió Urusangal.

- Pues aquí no está, además si los dejó debió tener una buena razón para hacerlo.

- ¿Y porque dices eso Shung?

- Piensa Liu, si tu maestro te deja de forma repentina sin avisar donde va cubriendo su rastro es que no desea compañía.

- Pero me siento solo, además el prometió llevarme a sus tierras y quiero que cumpla su palabra.

- Tal vez, solo tal vez considere que ustedes sufren algún tipo de peligro en su compañía y quiere ponerlos a salvo. Posiblemente. ¿Nos harías un favor?

- Por supuesto padre.

- Mira, si lo ve dele esta dirección.- En un papel escribió unas palabras.- Allí lo estaremos esperando para cuando parta a Pan Do.

- Si lo veo, por cierto. ¿Cómo es?

- Es un gigantesco panda rojo peludo.- Dijo Urusangal.

- Si lo veo se lo diré, no se preocupe, pero tengan en cuenta que si tuvo una razón para escapar tal vez no vaya por ustedes.

- Correremos el riesgo.- Dijo Liu.- Bueno, un gusto, nosotros nos retiramos.

Nos saludamos estrechando las manos y los acompañe a las afueras del edificio. Mientras retornaba a mi piso leía la dirección y el número de comunicador, lo agende sin pensar.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora