L5 El dia cero

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Me despertaron los alumnos que salían de sus habitaciones, me desperecé y con un simple toque de mis artes revitalicé el ensuciado traje.

Shiro al verme me reprendió por no haberle avisado donde estaba, allí mismo en el patio y en frente de todos, realmente fue una escena muy incómoda. Fui por mi bastón, hice mis necesidades y fui a rezar con el resto sin desayunar.

Los ritos se hacían en un amplio salón donde había una gran estatua, cada uno con su lugar, yo al lado de mi hermano mayor. Allí un monje oficiaba dando el primer canto, nosotros lo imitábamos, este rito junto con la lectura de las escrituras sagradas duro aproximadamente una hora, los únicos ruidos aparte de los cantos eran los ocasionales sonidos de las mascotas, Vadis se porto muy bien. Luego acomodamos el salón entre todos para que entraran largas mesas y allí recibiéramos el desayuno. Estaba bien la comida que allí recibimos, pero insisto, yo hubiera echo un trabajo mejor, tendría que pedir las recetas ya que a pesar de ser sencillas tenían un regusto muy especial. Luego de comer y antes de limpiarnos cada uno salía a una gran estatua que era ecomo un monolito alto sin figura alguna y rezábamos, según me explicaron era la representación de todos los ancestros, yo rece allí, la verdad que tanta ceremonia y rezo comenzaba a molestarme y eso que era el primer día y que ya era monje.

Luego de la limpieza del cuerpo y luego de que mi hermano mayor me enseñara la forma correcta de hacerlo, nos preparamos para ir al colegio, el para sus clases yo para mi evaluación. Al parecer el colegio no era solo de monjes sino que también de mundanos lo cual bien nos notábamos la diferencia ya que los mundanos estaban con ropas mundana.

El colegio era un gran edificio moderno de muchos pisos y yo preguntando fácilmente llegué donde estaba el salón de exámenes. Allí había varias personas mas haciendo fila. ¿O seria para mi mismo examen o para alguno de otro tipo? No estuve seguro.

Al entrar al lugar había tres profesores del vulgo que al parecer no le gustaba que entrara con Vadis, pero tampoco hicieron nada para retirarlo, Vadis se sintió intimidado y les gruñó, yo son un gesto lo calme y solamente se sentó a mi lado.

Hicieron muchas preguntas y casi todas las respondí correctamente ya que había leído el día anterior todos los textos que hablaban de ello. Sentenciaron que mis conocimientos me daban para el séptimo grado de nueve que había en aquel colegio, pero que debía poner mas empeño en la deducción lógica y el pensamiento literal que era mi punto débil.

De allí me dirigí a la dirección y en camino vi la gran diferencia entre un monje como yo y un alumno común. Primero, los alumnos parecían más distendidos, como relajados y alegres, en el monasterio eran todos mas tensos, luego la ropa, nuestro uniforme presentaba una gran diferencia con respecto al resto y parecía haber respeto por ello.

La tercera era que muchos hablaban con los monjes con un respeto como si hablaran con alguien mayor, como si de un adulto se tratara independientemente si fuera un niño o no.

Me sorprendió que hubiera un draconiano, o eso parecía, estaba algo lejos, y allí pensé que si había uno, Urusangal podría pasar el tiempo aquí y no estaría tan solo. Enseguida usé mi comunicador y hable con el. Afirmó que no era mala la idea y que en sus tierras era buen alumno, que ahora mismo iría allí y con un botón le envié la dirección de donde me hallaba.

- Después de desayunar iré.- Me dijo muy convencido

Luego de comprobar que pasara los exámenes me dirijo a la dirección y allí fui recibido con gran ceremonia, un secretario se persigno en frente mío, yo le pedí que no hiciera eso, que era un estudiante nuevo y que solo ante los ancestros y sus padres debe presentar semejante respeto, el asintió. Me dieron un libro de reglas de convivencia, sobretodo me dijo que prestara atención con las mascotas, que debía llevar mi pala siempre conmigo para higienizar lo que hiciera y que no debía de importunar a los otros estudiantes, no todos tenían la relación con los animales como la teníamos nosotros ni la comprendían. Compré a la salida una pala plegable, unas bolsas y la guardé. Luego fui a donde comían los estudiantes, en ese momento estaba vacío y pude leer las reglas de convivencia, vi que los monjes tenían muchas cosas permitidas que el resto no, éramos como una clase privilegiada de personas, pero de igual forma eran estricto con respecto a las peleas y al romper cosas. La regla mas importante era no usar armas con mundanos, al parecer estaba prohibido bajo todo tipo de provocación.

Con mi lista de textos, descargué de la biblioteca virtual del instituto los que pude y los que no había tuve que ir a la librería a comprarlos. Esta librería estaba en un pasillo del primer piso, por fuera no parecía grande pero si lo era. Realmente espaciosa tenia de todo, desde textos a cualquier útil, pasando de papel de carpeta a baterías de tabletas y computadores. Allí compré lo que necesitaba sin problema alguno ya que aceptaron mi tarjeta de crédito no sin notara la admiración sobre esta a causa de ser de tan alto rango.

Luego de tener todo, debía de ir y elegir mis clases, no me causó problema, elegí sobretodo letras y ciencias, pero también historia, fui muy bien guiado por pacientes profesores para ello, también era obligatorio arte y algún tipo de deporte, me inscribí en artes marciales. Vi que tendría todas las horas de la mañana ocupada en mis estudios, por suerte la mayor parte del día lo podría dedicar al monasterio y sus enseñanzas, que ya vería no serían tan duras, solo que requerirían mucha practica y estudio consiente, cosa que se me daba fácil sin mucha dedicación.

Volví a la taberna del colegio a repasar mis horarios, a leer mis textos, tanto digitales como de papel cuando fui sorprendido por Urusangal, que me saludo con la mano y me dio un gran abrazo. Esquive un beso, no me parecía apropiado el lugar donde quería dármelo, el insistió y me lo dio en la mejilla.

- ¿Como me encontraste?

- No fue difícil, fue el primer lugar donde busque. Si no estabas estudiando estarías aquí.

- Tienes razón, y dime que tal te fue en la admisión.

- Me programaron para mañana un examen nivelador, me dieron las materias pero son todas cosas que ya estudie en mis tierras excepto geografía.

Charlamos mucho mientras todos los alumnos se retiraban a clases, yo no estaba preocupado porque recién mañana tendría mi primer clase, bajo la insistencia de Urusungal fuimos al gimnasio que encontramos vacío a entrenar.

No hubo ni fuego ni nada de Ki por una simple razón, había mucha gente a nuestro alrededor, en el edificio para ser más preciso y si nos excedíamos de entusiasmos podríamos causar un desastre. Habrá sido el lugar, que nos pusimos serios o que hubo algo de publico pero dimos lo mejor con nuestras limitaciones.

- Alumnos, deben de retirarse, hay clases.

Mire al profesor que estaba con todos los alumnos, yo muy agitado por haber llevado mi velocidad, sin ki, al límite. Por su lado Urusangal estaba lleno de moretones, que visiblemente desaparecían con extrema rapidez, mi versión de la niebla verde que le enseñara surtía efecto. Tome mi bastón y nos retiramos del colegio para ir a comprar la comida que necesitaría para esa noche. Los negocios eran mediocremente surtidos, haría lo que pudiera con lo que tuviera, debería buscar un lugar que tuviera mas especias, o cultivarlas yo, ya vería que seria lo mas práctico.

Nos despedimos en las puertas del templo con un gran abrazo y subí las escalinatas. Estúpido, si era estúpido la regla anti draconianos, pero luego que supe la historia de porque me resultó comprensible, pero no dejaba de ser estúpida. Cociné con Vadis y luego me fui a donde estaban los pandas rojos para que comieran conmigo, no quería estar solo. Luego de almorzar me llamo por mi tabla Shiro diciéndome que ya había salido del instituto y que volviera al cuarto así íbamos juntos a las clases del monasterio

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora