L8 La punta dorada (primera parte)

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Luego de que todo lo protocolar y tradicional se diera, con tención acostumbrada nos dirigimos a la embajada donde se nos recibió muy calurosamente. Hay que admitir que extrañaba la comida de Ishikawa y ya que este trabajaba en la taberna iría a comer allí luego de secarme.

Al entrar a "La última parada" vi que había gente, no mucha ya que aquellas horas no eran las más concurridas. Elegí una mesa vacía y ordene el plato del día que degustaría con Ariel. Aquella comida era carne de venado (autentica no creada) en un muy delicioso guiso ligeramente picante acompañada por una guarnición con presencia. Se podría decir que comimos y bebimos mucho, mas yo realmente me excedí pero no era muy común la visita a este lugar así que lo aprovecharía.

Mientras estaba espirituosamente elevado o más bien, como diría el vulgo, negramente borracho comente a Ariel.

- ¿Lo notas?

- ¿Qué cosa noto?- Respondió sin casi dejar de comer.

- Esa vibración rara, se hace más fuerte de a ratos y a veces desaparece.

- No, no noto nada. ¿No estarás borracho y por eso dices esto?

- Si, estoy borracho, pero no por eso lo digo.

Siguió la velada entre canciones de taberna y baile del cuchillo que hice allí con Ariel. Este baile consistía en una danza en la cual usábamos el cuchillo de forma coreográfica, este era muy bella, pero tuve que limpiar mi sangre del alcohol porque en el estado que me hallaba más que bella se hubiera tornado peligrosa.

El día siguiente nos levantamos en las habitaciones de aquel lugar que había sido mi antigua casa, saludamos al sol a pesar de no verlo porque se hallaba muy nublado. Mientras desayunábamos decidimos como investigaríamos mis corazonadas y comenzamos nuestra inspección en el poblado. Yo me dirigiría a la mastaba y mi príncipe iría a el barrio colindante a esta a ver si se enteraba de algún chisme o veía algo que nos diría una pista de lo que buscábamos.

Fui a la mastaba el camino subterráneo que iba de mi casa para hallarla silenciosa pero iluminada, los relieves siempre eran agradables de repasar. ¿Cómo la adorne y como se iluminaba por dentro? Bueno, para eso habrá otra historia. Camine por aquellos pasillos escuchando el repiquetear de mis pasos cuando tras escuchar los murmullos de personas llegue a las puertas de la sala de meditación. Allí me impedían el paso unos soldados aduciendo que tenían el derecho de estar allí de forma privada y mostraron sus permisos.

- La embajada es territorio de mi reino igual que la taberna y este lugar así que yo doy y quito los permisos que desee, pero este lo celebrare, pero no daré más.

Ese permiso lo había regulado yo hace mucho tiempo tanto como el sacarlos y cuáles eran sus requisitos y la verdad si bien tenía ganas de echarlos tirándole de las pestañas, pero no quería un nuevo conflicto como ya tuve con esta gente el día que eche de la mastaba a todos los soldados. Ese fue un día muy triste que no retire, seré mas diplomático esta vez.

Una vez que saliera comencé a leer las magias que salían del lugar por si me daban una pista de que tanto hacían allí y leí una muy parecida a la de los portales. ¿A dónde se estaban comunicando? ¿Cómo accedieron a esa magia? ¿Quiénes eran los magos? Todo me llamaba mucho la curiosidad pero debía esperar, esta vez esperaría. Me puse a revisar las esferas de este maravilloso lugar cuando Ariel vino a mi algo nervioso y me dijo.

- Papá, mas vales que te calmes por lo que te voy a decir, prométemelo.

- Ariel, te lo prometo. ¿Has averiguado algo?

- Si, dicen que exactamente ayer vieron a unos lampiños rubios de ojos azules salir de la pirámide y que tenían cinco dedos.

No me gusto mentirle a mi querido Ariel y allí mismo me desmaye. Aunque fuera unos instantes este se alarmo mucho porque dijo que mi corazón había dejado de latir, tuve que calmarlo diciéndole que mi vida no solo se sostenía a latidos de corazón.

- Llama a todos los soldados que tengamos a la pirámide, tenemos problemas y de los graves.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora