L4 Preguntas Incomodas

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Estas cosas de la tecnología son maravillosas, aunque cría perezosos, dan cosas que no necesitas para cosas que podes hacer sin el producto en cuestión. Propagandas, adalid del consumismo, tiene algo mágico, es que son muy graciosas. Locas de por si, mostrando cosas ridículas como gente comiendo cosas de forma exagerada y demás vituallas, siempre estas me dejaban en frente de un televisor mirándolas y riéndome como nene. Son cosas pequeñas que me alegraban, aunque la verdad no me inspiraban a consumir, bueno no mucho ya que hay que recordar que tenía que ir liviano de equipaje para mi viaje, ya que dice el refrán "el que poco lleva poco puede perder". Geniales de todas formas son y siempre habrá lugar para ver una o dos y continuar mi viaje.

Arasungal no comprendía mi aflicción por estas, el las tildaba por estúpida esta costumbre, y la verdad poco me importaba ya que para eran pequeñas obras de arte

Estas propagandas locas son geniales, de entidades oscuras y utilizadas para gobernarnos pero geniales. Estaba y viendo estas cuando mi compañero dijo que había comprado ya todo lo que le había ordenado, entonces dejando aparcado en un lugar seguro la camioneta nos fuimos a entrenar al acantilado, a aquel lugar maravilloso.

Este daba un buen paisaje, se veía completamente el pueblo en la lejanía, un rio, algo cercano y muchos arboles a su falda. Todo agreste y solitario, sin mas gentes que nosotros ni curiosos cerca. ¿Y porque esto era bueno? Porque ya que el entrenamiento iba a ser intenso no quería distracciones, tampoco quería poner en peligro a nadie ya que podía haber ataques de larga cobertura difícil de controlar.

Lo primero era lo primero, tenía que ver que era lo que el sabia Urusungal y de paso aprenderlo, luego enseñarle lo básico, la velocidad, era bueno, sí, era una verdad, pero una verdad mas evidente era yo soy mejor.

En nuestro descanso, momento en el cual yo me puse a cocinar no pude quedar ajeno a dos cosas y una era al paisaje que era realmente hermoso al punto de la lagrima, y la observación de Urusungal me saco de la ensoñación.

- Maestro, mira, desde acá se ve un palacio.- Mire donde señalaba

- Caramba, si es verdad. ¿Sera un feudo esto?

- Quien sabe, estas gentes no son muy dadas a la conversación con nosotros.

- Más tarde preguntemos te parece.- Le dije.

- Excelente idea. En boca parlanchina no entra comida. - así que callamos y comimos.

Urusungal no tenía idea de lo que era el Ki, cosa que me suponía una gran dificultad para enseñarle mis técnicas, pero al menos sabia controlar su respiración para una bocanada de fuego que podía espetar cual dragón que era. Algo era algo, no suficiente, pero era algo.

Bajamos con el atardecer al poblado para ver que la gente estaba ocultándose en sus hogares, uno nos dijo.

- Deben ocultarse, no es seguro estar de noche por las calles.

- ¿Por qué?.- Le pregunte

- Porque hay vampiros y podrían ser atacados.

- Acostúmbrate.- Le dije a Urusungal que con una mirada cómplice aducía extrañeza.- Todo tipo de cosas raras ocurren a mi alrededor siempre.

Decidimos hacerle caso, estábamos cansado para establecer algún tipo de combate y fuimos a la fonda donde habíamos alquilado nuestra habitación, comimos allí y directo a la cama. Luego de bañarnos, y al estar acostados se nos dio una clásica conversación de dormitorio.

- ¿Te puedo hacer una pregunta?.- Dijo Urusungal.

- Pregunte nomas.

- ¿Tienes novia o esposa?

- Pe, pe, pe, pe.- La pregunta me había descolocado.- ¿Qué tipo de pregunta es esa?

- Una simple. ¿Tienes o no? Se me hace raro que no tengas

- ¿Y porque se te hace raro?

- Porque ya eres alguien grande y todos los de tu edad o están de novio a punto de casarse o llevan varios años de casado y con hijos.

- Pues ni de novio, ni casado, ni con hijos, no me interesan esas cosas.

- ¿Es que acaso no te gustan las mujeres?

- ¡Que si me gustan!.- Dije exaltado.- ¿Por qué dices semejante cosa?

- Por cómo me mirabas cuando entrenaba, sé que mi cuerpo es deseable para gente como tú.

- ¡Qué me gustan las mujeres carajo! Y vete a dormir, el mañana no se hará esperar. Buenas noches.- Corte la conversación en seco, no me gustaba.

Fue algo incómoda la conversación de Urusungal. ¡Atrevido! Y aunque si lo miraba mucho era por su entrenamiento, tenía que verlo, no había nada de malo en ello, un hombre podía ver a otro hombre en esas ocasiones....supongo. Maldito crio, porque no era más que un crio, me desvelo, iré a tomar algo y comer para que me de sueño.

El hotel, un poblado de umbrías en si, estaba casi sin parroquianos. Era un lugar el cual te hacia sentir protegido con toda aquella madera y piedra rústicos, con aquellas cabezas de animales cazados y esas armas decorativas, fuera lo que fuera si entraba iría a parar a una pared como trofeo. Las pocas gentes que había, una buena amalgama entre peludos y lampiños, estaban bebiendo hablando de algunos negocios que no me interesaban en franco secreto alumbrado por aquellas velas y mejor que sus secretos permanecieran asi no vaya a ser cosa que también se me tildara de algo por escucharlos. Al mozo le encargue comida, y en abundancia, debía recuperar algo de peso, y bebida quería embriagar mi espíritu.

- Siempre es así la peonada.- Dije al mozo que me traía mis alimentos.

- ¿Así como?

- Digo, tan sombría.

- Pues sí, así nos han vuelto los ataques por las noches.-

- ¿Vampiros?

- Si, pero no se preocupe, no suelen atacar a extranjeros.

- No si no estoy preocupado, más bien estoy interesado.

- Eso es algo sobre lo que no debería interesarse.- Apuro mi pedido y se retiró.

Comí y bebí hasta estar bien borracho y satisfecho, luego volví a mi habitación donde estaba el crio atrevido. ¿Qué necesidad de dormir desnudo? En fin, tenía que descansar, y así lo hice.

Las aventuras de Qwon - #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora