Capítulo 14.

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L.A, Estados Unidos. Febrero 2018.

Delfina se encontraba repasando la última revisión del guión adaptado que le había hecho llegar Patricia Jitrik, quien junto a ella era la encargada de escribirlo, el mismo era el patrón que los actores debían seguir bajo las órdenes del director, Thomas Whitman. Todo el personal de producción había sido seleccionado y para su satisfacción era de primera línea, nada más el señor Whitman había sino nominado a los premios de la academia tres veces y se había llevado una estatuilla, era uno de sus favoritos y al ser un talento joven le brindaba a ella el beneficio de opinar con libertad sobre el rodaje de la cinta, incluso se habían reunido en varias ocasiones y la química entre ambos había sido increíble.

Así como con Patricia y también con Marcus Stevenson, productor elegido por The Planet, hasta el momento no habían escatimado en esfuerzos para mostrar una producción de calidad, la diseñadora que estaría a cargo del vestuario había recibido varios reconocimientos por la industria de la moda y su hermana Josefina, junto a otro fotógrafo español que aún no conocía, también estarían.

Sin embargo, aún faltaba lo principal de la película: Los actores. El casting se había abierto y muchos nombres surcaban la web posicionándose en el gusto de los fans como sus favoritos, algunos incluso se habían mostrado interesados en representar a los protagonistas del libro, sobre todo los caballeros al saber la legión de fanáticas que el papel les otorgaría de llegar a conseguirlo, por no decir del privilegio que sería trabajar con una producción como la que The Planet había reunido.

Delfina no se había animado a mostrar preferencia por ninguno de los actores o las actrices que se planteaban, para ella tanto Manuel como Geraldine ya tenían rostro.

Evidentemente no podía mencionar aquello, sobre todo porque sería un absurdo proponerse como la protagonista, ella no era actriz y aunque él si fuera actor, sabía que jamás se enteraría de eso y de hacerlo no acudiría; se lo había dejado muy claro cuando ella le planteó mudarse a su país.

Tampoco deseaba revivir aquella vieja historia que más bien buscaba olvidar, pero el destino parecía empeñado en no permitírselo. El tiro le había salido por la culata y en lugar de cerrar ese capítulo en su vida, todo apuntaba a que lo abriría una vez más. Se llenaba de temor de sólo imaginar a otras personas actuando como tiempo atrás lo hicieran Albert y ella; sus palabras, sus acciones, se había limitado muy poco
en lo que sucedió en Toscana, lo había escrito casi todo, incluso los encuentros íntimos fueron plasmados con tal detalle y belleza, como los recordaba.

Debía armarse de valor y aceptar que después de todo, su historia siempre había sido una película, cuestión de tiempo y que terminaría al igual que ésta, solo que la suya duró tres meses y no las dos horas que quizás duraría la cinta.

Aunque la grabación tendría un lapso de seis meses y eso lo complicaba todo, el doble del tiempo, el mismo que ella debía pasar en la Toscana, tan cerca de él.

—¡No puedo creerlo! ¡Del tenes que ver esto!

La voz de Jaqueline la había regresado de golpe de sus pensamientos, dejó caer la pluma que tenía entre los dedos al suelo sobresaltándose, la miró con reproche pero ella ni siquiera le prestó atención, estaba observando algo en su computadora.

—¡Del! ¿Acaso no me escuchas? Te dije que vengas a ver esto, es uno de los actores que envió su ficha para hacer el casting, lo busqué en la web para conocer un poco más de su trabajo, es la primera vez que lo veo en mi vida y me dejó sin habla —decía emocionada.

—Eso en tu caso es increíble, debe ser muy bueno, así que confío en tu buen gusto, yo estoy ocupada revisando el guion, hay que entregarlo en dos días a Thomas para que lo haga llegar a los actores que estarán en el casting —contestó enfocándose de nuevo.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora