Albert acababa de salir de la ducha y se estaba vistiendo cuando escuchó que llamaban a la puerta, eso lo extrañó mucho pues no había pedido ningún servicio de habitación, se puso con rapidez un jean gris y sin preocuparse por cubrir su torso salió para atender a quien llamaba a su puerta. Había perdido todas las esperanzas de que fuera la mujer que esperaba, sabía que Delfina no cedería tan rápido y menos si seguía manteniendo la estúpida idea de que él deseaba seducir a Josefina.
Pero al abrir la puerta y verla parada delante de él, su corazón se olvidó de toda la molestia que había sentido contra ella, casi vio su mundo iluminarse y una sonrisa afloró en sus labios.
—Necesito que hablemos —comentó ella, y una vez más temblaba ante el espectáculo que era el cuerpo de Albert.
—Se te está haciendo una manía esto —dijo intentando no sonreír.
—Y a vos abrir la puerta medio vestido —esbozó y se arrepintió de inmediato al ver esa sonrisa hermosa y arrogante de él.
—Bueno sabes bien que no tengo problema con la desnudez —dijo y disfrutó al ver que ella se sonrojaba— ¿Quieres que hablemos dentro o salgo medio vestido al pasillo? —inquirió
provocándola.— adentro —contestó ella sin poder evitar caer ante el reto en las palabras de Albert.
—Me parece perfecto, no queremos provocar un escándalo haciéndolo afuera, además que no traes un vestido, eso sería sin duda mucho más apropiado —pronunció en el mismo tono seductor y la invitó a pasar con un ademan mientras la miraba descaradamente.
—Deja de lado los juegos Albert que no estoy para eso, lo que vine a decirte es serio —indicó volviéndose a mirarlo después de echar un vistazo al salón de la suite y se cruzó de brazos.
—Bien, habla —dijo cerrando la puerta, se apoyó de espaldas a ésta adoptando una postura relajada.
—Vine a exigirte que te alejes de Josefina—mencionó mirándolo.
—Has venido a exigirme... ¿Y desde cuándo yo hago lo que me exiges? O mejor dicho ¿Desde cuándo yo cumplo con tus exigencias si no son teniéndote desnuda para mí? —inquirió elevando una ceja.
—¡Maldita sea Albert deja ya eso! Esto es serio... Josefina es apenas una chica, puede parecer que recorrió el mundo y que tiene mucha experiencia, pero en el fondo es solo una nena jugando a ser grande... es apenas tres años mayor que Julia —mencionó desesperada.
Las palabras de él la perturbaban hasta el punto de sentir todo su cuerpo tenso y a la espera de que la tocara, además que le hicieron recordar lo que vivió minutos atrás en su bañera porque las palabras "desnuda y Albert" eran un golpe para su estabilidad.
—Lo sé —contestó él tornándose serio.
—¿Y entonces por qué haces todo esto? ¿Por qué alimentas sus ilusiones? —preguntó sintiéndose realmente molesta.
—¿En serio crees que yo estoy intentando seducir a tu hermana? —preguntó mientras la miraba y comenzaba a sentirse furioso. Ella se quedó en silencio dándole mayores motivos para estar molesto —. Te dejaré claro esto solo una vez Delfina. Cuando yo deseo a una mujer y veo que ella también me desea la tengo sin importarme quién se oponga, el caso aquí es que yo no deseo a Josefina porque para mí es como ver a mi hermana Julia, porque así la concebí hace más de tres años cuando tú me hablaste de ella. No planeo seducirla ni nada por el estilo, ella sencillamente se ofreció a acompañarme para conocer la ciudad y me pareció de mal gusto rechazarla —mencionó mirándola a los ojos.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...