Capítulo 21

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El aire se encontraba cargado de los penetrantes olores del cigarrillo y el vino, mientras que la música a todo volumen hacía vibrar los cristales de las ventanas y apenas permitía que escuchase sus propios pensamientos.

Tendido en el sofá del salón tarareaba la canción que había
repetido ya unas cinco veces, la había declarado su himno en cuanto el vino comenzó a hacer efecto en él; embargado por la rabia, la frustración, la soledad y el dolor, Albert había tomado ya dos botellas y aún sobre la mesa dos intactas lo esperaban, mientras la cajetilla de cigarrillos estaba llegando a su final.

Horas antes hastiado de la rutina, la soledad y pasibilidad que lo envolvían en ese lugar había decidido darle un giro al mismo, se había arreglado para ir hasta Florencia y disfrutar de una velada distinta, tenía ganas de pasar una noche como las que viviese semanas atrás, rodeado de mujeres hermosas, buen vino y una exquisita cena, ser atendido como se merecía, que le diesen su justa importancia.

Feliz ante toda la expectativa que eso generaba en él, tomó las llaves de su auto y estaba por abandonar la casa cuando recibió una llamada; era de su madre, quien lo llamó para decirle que lo extrañaba mucho, que los periodistas no los dejaban en paz y se lamentaba en medio del llanto haberlo descuidado como lo hizo, por haber permitido que el miserable de su ex agente lo llevara a ese abismo y ella no se hubiera percatado de todo lo que ocurría antes que llegaran a ese punto. En resumidas cuentas se culpaba por la vida de desenfreno que él había llevado hasta el momento y de la cual el único responsable era él.

Todo eso hizo que albert se sintiera como un verdadero miserable y el peor de los hijos, su madre había sido la mejor del mundo, lo consentía hasta más no poder, incluso había descuidado a sus dos hermanos por atenderlo a él y no suficiente con ello, ahora también se responsabilizaba por las estupideces que había cometido. Debía reaccionar de una vez por todas y dejar de seguir actuando como un imbécil, no tenía ningún derecho a hacer sufrir a su madre de esa manera, ni a Lisandro y a Julia, tampoco a su padre quien siempre había sido un ejemplo para todos, un hombre serio, honesto y tan comprensivo, que en lugar de imponerle una carrera como hicieran la mayoría de los padres de sus amigos, sólo había procurado que fuera feliz y siguiera el camino que deseaba en la vida, sin importarle que ese no tuviese el renombre o el prestigio de ser un abogado o un médico.

Y él había pasado de ser el joven exitoso, inteligente y gentil que fue en un principio, a un maldito arrogante y malagradecido, los había decepcionado a todos y estaba a punto de hacerlo de nuevo, pues era seguro que en cuanto pusiera un pie en Florencia y empezara a relacionarse con mujeres la noticia correría como pólvora, toda la prensa se volcaría sobre esa ciudad y no descansaría hasta dar con él.

Un nuevo torrente de vino inundó su boca para estancarse unos segundos en ésta y después fluir hacia su garganta, al tiempo que Albert cerraba los ojos y dejaba que las lágrimas corrieran por sus sienes hasta perderse en la cabellera castaña, mientras una vez más la canción iniciaba y él la entonaba a viva voz por séptima vez.

I used to rule the world
Seas would rise when I gave the word
Now in the morning I sweep alone
Sweep the streets I used to own.

El tono grave de su voz se había tornado mucho más ronco debido a los efectos del alcohol, aun así la letra de la música era perfectamente comprensible y la fluidez de la misma no tenía nada que envidiarle a la que mostraba el cantante.

Albert tenía un sinfín de talentos entre los cuales se encontraba el canto, desde que era un niño lo había desarrollado, pero ese no lo había apasionado tanto como la actuación. Sin embargo había trabajado en perfeccionar su técnica y eso le daba la confianza de cantar con el mismo entusiasmo ya fuera en la soledad o frente a un numeroso público.

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Albert depresivo :( como yo en estos momentos.

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