El aire a su alrededor era denso y caliente, todo el mundo parecía estar en un juego de seducción al igual que ellos, cantaban mientras se acariciaban y sus cuerpos se acercaban en una invitación silenciosamente sensual para unirse. Delfina sentía que Albert y la tenía completamente atrapada en su poderosa presencia, en esas vigorosas manos que se deslizaban sobre sus caderas
haciéndola consciente de la necesidad que crecía a cada minuto dentro de su cuerpo y su aliento tibio, embriagador cargado de las notas del champagne la invitaban a beberlo.Al mismo tiempo, era consciente de las parejas a su alrededor que se besaban y se tocaban sin ningún reparo, llevados por la sensualidad de la canción, gimió al sentir los dedos de Albert apretarle la cintura para hacerla consciente de él una vez más, le entregó una sonrisa mientras le acariciaba con suavidad la nuca para sumergirse en esa mirada que la volvia loca, él dejó ver esa sonrisa ladeada y arrogante que le encantaba, que la ponía a temblar.
Desvió la mirada al ser consciente del poderoso deseo que la recorría, no podía dejarse llevar en ese lugar donde muchos tenían los ojos puestos en ellos, su vista se topó con dos parejas a su derecha que prácticamente se devoraban a besos. No se consideraba una voyerista, pero percibir el deseo que brotaba de ellos, hizo que el suyo también despertara y se encontró de pronto deseando que Albert la tomara de la misma manera, se volvió y la letra de la canción la hizo temblar.
Ahora arriba ahora abajo
Vientre, pies, caderas.
Alas de los dioses
Tus ojos
Ríete mucho ríe
Cojeando con mi labio hago espacio
Y ahora dame espacioAlbert podía ver el deseo reflejado en los ojos de Delfina y estaba luchando ferozmente contra su instinto que le exigía darle lo que ella pedía, se moría por hacerlo pero sabía que muchos ojos estaban fijos en los dos, y podía mandar todo por un barranco solo por adueñarse de esa maravillosa boca que era la gloria para él, se acercó más a Delfina sintiendo el tibio aliento de ella, vio su labio inferior temblar y supo que hasta allí llegaba todo su autocontrol.
La canción terminó y una ola de vítores los sacó de golpe de la burbuja en la cual habían estado, sintiendo las rodillas débiles se apoyaron rodeándose con los brazos de manera casual, ella le dedicó una sonrisa mientras una nueva canción daba inicio y ellos se vieron en medio de una nueva ola de gritos mientras los dividían en dos grupos, hombres de un lado de la pista y mujeres del otro.
De pronto cada grupo cantaba la parte que le correspondía de Killer, el tema sensación del momento interpretado por Baby K con la colaboración de Tiziano, una vez más Delfina comprobaba que el cantante era el consentido de los italianos.
Un tiempo después Delfina se sintió abrumada pero Albert parecía pez en el agua, así que dejó que él la guiara de regreso a la mesa. Al llegar Kimberly y Josefina se acercaron hasta ella para felicitarla mientras sonreían felices, ante todos ella le había dado una paliza a Albert en la pista de baile.
Kimberly fue la primera en notificarles que regresaría hasta el hotel, Brandon había tomado demasiada champagne y estaba a punto de saltarle encima, aunque no era el único ya que Albert que apenas llevaba unas cuatro copas estaba loco por llevarse a Delfina de ese lugar. Decidieron salir todos juntos para no levantar sospechas y en el estacionamiento se despidieron tomando cada uno su rumbo.
•
Albert luchó por no saltarse ninguna señal de tránsito mientras conducía a su departamento, cuando le tocaba esperar por el cambio de luz de algún semáforo aprovechaba para besar a Delfina, habían corrido con suerte de no haberse topado con paparazzis. Sin embargo, al llegar hasta su casa verificó varias veces que no hubiera nadie que pudiera reconocerla, para después hacerla bajar del auto y escabullirse con ella hasta su piso que ocupaba todo el ático de ese edificio.
—¿Es el mismo que tenías cuando te fuiste a la Toscana? —preguntó ella en voz baja mientras caminaban por el pasillo.
—Sí, es el mismo... solo que le hice algunas remodelaciones a la terraza cuando regresé, mañana con la luz del sol la verás —contestó con esa sonrisa detrás de la que escondía algo, llegaron hasta la puerta sacó las llaves de su bolsillo, abrió y se giró para tomar a Delfina en brazos mientras reía al verla sorprendida.
—¿Qué haces Albert? —inquirió sonriendo desconcertada.
—Seguir con la tradición —contestó atravesando el umbral.
—¿Tradición? Pero nosotros no estamos... —decía cuando él detuvo sus palabras respondiendo antes.
— Según tu hermano Gonzalo sí lo estamos, hace casi cuatro años tú te casaste en la Toscana con un español... y puede que eso no haya sido del todo cierto, pero no puedes negar que tuvimos nuestra luna de miel —dijo mirándola a los ojos mientras la mantenía cargada.
—¿Cuántas copas de champagne tomaste hoy? —preguntó riendo mientras le daba suaves besos en los labios.
—Solo cuatro, pero eso no influye en nada. Lo que siento por ti es real, tú eres mi mujer Delfina —contestó respondiendo a los besos.
—Sí, lo soy... y ya podes bajarme —dijo al ver que cerraba la puerta con el pie sin intenciones de ponerla en el piso.
—Te llevaré así hasta la habitación... nuestra habitación —expresó.
—Albert te volviste loco —esbozó con una gran sonrisa y la mirada brillante—. Yo quería ver tu casa, conocer tu espacio.
—Tendrás mucho tiempo para hacerlo después, ahora te quiero en mi cama y desnuda bajo mi cuerpo —susurró contra los labios rojos y provocativos mientras subía las escaleras.
Llegaron hasta la habitación y Albert no dejó que Delfina se entretuviera en nada más que no fuera él.
Le dio un beso de esos profundos que los hacían gemir a ambos, se separó mirándola a los ojos mientras mostraba una sonrisa ladeada y sus ojos brillaban con intensidad..
Y una vez más se volvían a encontrar..
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...