Capítulo 167.

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Al día siguiente la reunión transcurrió en un ambiente cordial, la elegancia y educación de los padres de Albert lograron crear una buena impresión en Susana; mientras que Josefina y Gonzalo se encargaron de integrar a Lisandro y Julia a la familia como si llevaran años conociéndose. Walter por su parte se encargó de atender a Albert, siendo el hermano mayor de Delfina y con su carácter, nadie se atrevió a contradecirlo cuando le pidió al español que lo acompañara al escritorio de su padre, y le dedicó una mirada a Delfina pidiendo que se quedara tranquila. Lidia se encargó de entretener a su cuñada y evitar que tuviera un colapso. La reunión se extendió cerca de una hora, hasta que Walter pidió la presencia de su hermana.

Delfina, apenas podía contener los nervios por no saber lo que su hermano y su novio conversaban, por lo que no esperó ni un segundo para integrarse a la reunión. Se sintió en verdad aliviada al comprobar que ya Albert se había ganado la aprobación de Walter, su hermano los felicitó a ambos y junto a su esposa les entregó sus mejores deseos, animándolos además a darle sobrinos pronto, mientras acariciaba el pronunciado vientre de su esposa que estaba en sus últimas semanas.

Jaqueline y Gonzalo aprovecharon la ausencia de los protagonistas de esa reunión para anunciarles a los padres del joven que estaban juntos, ya los demás lo sabían y le habían brindado su apoyo, pero como era de esperarse una vez más Susana, se mostraba un tanto desconforme con la decisión de uno de sus hijos. Sin embargo, por educación se mostró amable con la pareja, pero les dejó claro que tenían una conversación pendiente más adelante los tres.

Ella apreciaba a Jaqueline, la conocían desde que era una chica y era como una hija más, sabía que era una mujer trabajadora, independiente, educada y muy responsable, muestra de ello estaba el haberse hecho cargo de su hija ella sola. Sin embargo, la vida alocada que había llevado después de su divorcio, le quitaba mucho mérito y también estaba el hecho de ser mayor que su hijo por cinco años, que aunque lo quisieran o no, siempre generaba comentarios. Si sus deseos eran tener una relación seria ella lo aceptaría, pero debían tener en cuenta muchos puntos a tratar y esperaba que ambos lo acataran.

Miguel por su parte se mostró muy divertido, él sí estaba al tanto del amor que su hijo sentía por Jaqueline desde que era un chico y ver que al fin había logrado conquistarla lo hacía feliz, además que Gonzalo era de sus hijos varones el predilecto, el carácter regio de Walter era igual al suyo y siempre chocaban por ello. Así que solo esperaba que su hijo menor, tuviera lo que siempre había deseado junto a la mujer de sus sueños y que ella lo hiciera muy dichoso.

Era media tarde y estaban todos reunidos en el salón cuando Albert tomó la palabra para hacer la petición de mano de Delfina, llevaba esperando ese momento desde que llegó a esa casa, pero las reuniones con su cuñado y su suegro lo habían retrasado, incluso Susana intercambió algunas palabras con él, más allá del mero protocolo con el cual lo trataba. Aprovechó de inmediato ese acercamiento por parte de la madre de Delfina y le habló con sinceridad, mostrándole la fortaleza del sentimiento que le inspiraba su hija y también todo lo que estaba dispuesto a hacer por ella; al parecer su futura suegra quedó satisfecha con sus palabras, pues su trato de ese momento en adelante fue más cordial.

—Señor y señora Chaves, esta visita no solamente tiene como motivo el presentarles a mi familia y anunciarles mi noviazgo con Delfina, también he venido hasta aquí para hacerles la petición formal de la mano de su hija en matrimonio —esbozó con nerviosismo y en el fondo algo de diversión, pues le parecía estar pronunciando las líneas de esas series de época donde había trabajado.

—Bueno che.. ¡cuánto formalismo! —mencionó Miguel mirándolo divertido e intentando relajarlo porque parecía una estatua.

Todos en la sala rieron ante el comentario, sobre todo los caballeros que no sabían de qué obra de Shakespeare había sacado Albert ese párrafo, Susana por primera vez le entregaba una sonrisa a su futuro yerno, si Miguel se hubiera presentado de esa manera ante su padre, seguramente ambos se llevarían mejor, pero su marido solo dijo en aquel entonces "voy a casarme con Susana" y desde ese instante ella, supo que no debía esperar muestras de romanticismo.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora