Dos días después miraba el mismo puente despidiéndose, a la luz del día se mostraba más nítido pero quizás no tan hermoso, había algo distante y frío, gris. Justo como habían sido esos dos días sin noticias de Albert, parecía haberse olvidado de ella, no la había llamado y tampoco escrito, a lo mejor se había tomado muy a pecho su petición para que le diera espacio.
—¡Ya basta Delfina! ¿Quién mierda te entiende? Le pedis tiempo para pensar, él te lo da y ahora te quejas porque no intentó buscarte... creo que vas a tener que pedir una cita en el consultorio de su madre antes de que vayas a parar a un manicomio —se dijo cerrando los ojos e intentando ordenar las ideas dentro de su cabeza.
Escuchó que llamaban a la puerta y caminó para abrir, seguramente era alguien de la producción que venía a buscarla, todo estaba listo para viajar hasta la Toscana y eso también la tenía tensa, no sabía cuál sería su reacción al encontrarse en ese lugar de nuevo, solo esperaba tener la fortaleza para no ponerse a llorar.
—Hola Delfi, vine para irme con ustedes, Guillermo está dando órdenes como si fuera un capitán... creo que tendremos que buscarle una novia —mencionó Kimberly entrando a la habitación.
—Hola Kim —la saludó con una sonrisa.
—La verdad es que me está cayendo más pesado que Marcus —comentó Josefina entrando al salón.
—Hola Jose, te ves genial —dijo Kimberly mirándola con una sonrisa.
—Al fin puedo usar este short que nuestra asesora de modas Jaqueline Martinez no me dejó poner para el viaje —esbozó con una sonrisa y luego agregó—. También me encanta tu vestido, es hermoso... la que no quiso ponerse algo más divertido fue mi hermana.
—Me siento cómoda llevando esto Jo —indicó Delfina.
Después de todo no tenía a quién lucirle porque Albert se iría por su cuenta hasta donde supo, y ella viajaría con el resto del equipo.
—Me está llamando Albert.
La voz de Josefina la sacó de sus cavilaciones, aunque en realidad fue el nombre que esbozó, sintió su corazón lanzarse a latir desbocado y tuvo que obligarse a permanecer allí y no correr para quitarle el celular a su hermana.
—¡Hola! —lo saludó con su efusividad de siempre y caminó.
Delfina se volvió a mirar por la ventaba para no ser consciente de esa llamada y se negaba a dejar que la afectara, el hecho de que Albert llamara a Josefina y no a ella no le debía importar en lo más mínimo, eso se decía pero estaba atenta para ver si lograba escuchar algo de lo que hablaban.
—No puedo creerlo ¡Albert sos genial! Sí, enseguida bajamos —esbozó con una gran sonrisa y después colgó.
—Jose... ¿Es mi idea o tú quieres conquistar a Albert? —preguntó Kimberly con interés mientras la miraba.
—Me encantaría, pero ya lo intenté y no se fijó en mí, creo que está interesado en alguien más — comentó mirando la espalda de Delfina. Vio a Kimberly sonreír y asentir en silencio entendiendo su punto, quiso añadir algo más para su hermana—. Por fortuna sabemos que no es la espantosa de la ex novia, nos dejó claro que ya no tiene nada que ver con esa loca —esbozó intentado que Delfina escuchara.
Ella sabía que algo había ocurrido en casa de los Baró, esa repentina decisión de Delfina de marcharse apenas llegaban, y justo después de la aparición de la ex de Albert había afianzado su teoría. Además la manera en la cual la encontró cuando volvió, había estado llorando y aunque se excusó en su separación con Ignacio, en el fondo algo le decía que su ex cuñado nada tenía que ver en eso.
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Ríndete a mi.
Storie d'amoreAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...