Capítulo 85.

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La fuerza de esa sensación que la cubrió entera fue tan poderosa que Delfina se sintió presa del pánico y no elevó su mirada para verlo, no podía hacerlo aunque lo deseaba con todas su fuerzas, en ese instante y una serie de imágenes de aquellos días que pasaron juntos en la Toscana desfilaron por su cabeza con tal claridad que era como encontrarse allí de nuevo. Le estaba costando respirar y sabía que era por el nudo de lágrimas que se había formado en su garganta, cerró los ojos e intentó concentrarse pero el latido de su corazón parecía un zumbido y apenas podía controlar el temblor que la recorría, la pluma en su mano se paralizó, todo a su alrededor parecía hacerlo y podía sentir sobre ella la intensa mirada de Albert.

—Respira... y toma un poco de agua Delfina —susurró Jaqueline a su lado mientras le acercaba un vaso de cristal lleno hasta la mitad e incluso pudo ver que la mano de su amiga temblaba.

—Gracias —pronunció en un hilo de voz y dejó caer el bolígrafo para tomarlo, pero de inmediato lo dejó ya que temía que su mano trémula no pudiera soportarlo y terminara derramándose encima.

—No hay de qué, ahora intenta calmarte, sé que podes hacerlo —mencionó con seguridad para darle ánimos, pero su voz sonaba distinta, como si también le costara hablar.

Albert tuvo que poner todo de su parte para que sus pasos fueran firmes y esconder el temblor que se había adueñado de sus extremidades en cuanto le anunciaron que sería el próximo.

Entró al salón de pruebas guiado por la chica que lo había atendido desde que llegó y su mirada de inmediato buscó a Delfina entre los presentes, la encontró en un extremo de la gran mesa.

Su corazón que ya latía emocionado, se desbocó en cuanto sus ojos se posaron en ella y no pudo evitar sonreír. Aunque su imagen no era en ese instante a como él la recordaba, pues se había hecho algunos cambios, seguía conservando esa belleza que lo cautivó y ver que sus labios temblaban despertó el deseo de querer llegar hasta ella para abrazarla y besarla hasta que no pudiera más, sabía que no podía hacerlo pero no estaba de más soñar.

—Bienvenido señor Baró.

La voz de una mujer con cabello corto y de un negro azabache, que lo miraba con atención lo sacó de golpe de su ensoñación, se concentró en ella y la miró a los ojos para responderle.

—Muchas gracias, es un placer estar aquí —respondió en un tono de voz que odió pues le salió demasiado flojo y no nítido y fuerte como esperaba, tenía que dejarles una buena impresión.

—Suponemos que es así ya que ha decidido trasladarse desde tan lejos para asistir —indicó Thomas percibiendo que el español se notaba algo distraído, se acomodó los anteojos y continuó—. Señor Baró como ya debe saber ha sido usted el único español en postularse para el papel de Manuel Donatti, ¿me podría decir por favor qué lo motivó a ello? —lo interrogó mirándolo fijamente.

Delfina escuchaba las voces a su lado y todas le parecían tan lejanas apenas las entendía, ni siquiera pudo distinguir la de Albert si era que él ya había hablado, era como si hubiese sido envuelta por una especie de burbuja que la alejaba de todo a su alrededor, todo parecía un sueño, tan denso e irreal, pero la burbuja donde se encontraba fue reventada por la voz de Thomas que le hacía una pregunta a Albert que no le formuló a los demás y era precisamente ésa que la atormentaba desde que se enteró de sus intenciones, el pánico la cubrió de nuevo pues no sabía si estaba preparada para escuchar la respuesta en ese momento.

—Para responder a su pregunta creo que solo bastaría con decirle, que mi principal motivo para venir hasta aquí y hacer las audiciones es que admiro mucho el trabajo de la señorita Chaves, incluso me podía declarar un fanático de éste y al igual que a muchos el salto de género que dio me sorprendió, aunque gratamente cabe acotar, pero sobre todo, creo que el papel de Manuel Donatti debe ser llevado por alguien que tenga pleno conocimiento de la obra, de las costumbres y las formas que en ella se manejan... —se detuvo unos segundos para comprobar que tenía toda la atención de los presentes.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora