El local estaba casi a reventar como era de esperarse un viernes por la noche de inicio de verano, pasaron sin ningún problema ya que el hombre de seguridad era amigo de la familia de Albert, de inmediato los recibió el bullicio de las personas que bailaban Feel so Close de Calvin Harris en la pista, los que intentaban conquistar a alguna chica desde la barra o los que en las mesas bebían y reían entre amigos. En cuanto el gerente del mismo los vio, se acercó hasta ellos para guiarlos a uno de los espacios privados donde pudieran disfrutar sin ser molestados, éste tenía una pista privada y la mejor vista de todo el club. Incluso hizo que les sirvieran una botella de Pommery edición dorada, que era de lo mejor que tenía en la cava.
—Espero que disfruten la velada, encantado de conocerlas bellezas... Albert cualquier cosa que necesiten no dudes en pedirlo, pasaré después para ver cómo les va —mencionó con una sonrisa y su mirada se paseaba por las chicas, lamentando que no viniera una más para él.
—Gracias Giovanni, si tienes otras de éstas resérvalas para nosotros —dijo señalando las botellas y se despidió del hombre con un abrazo, eran amigos desde hacía muchos años.
—Atención personalizada... bueno, ahora ya sabemos por qué la prensa te llama "El rey" —dijo Kimberly sonriéndole al actor.
—Somos amigos... y la verdadera razón por la que estaba aquí no era por mí sino por ustedes — mencionó y miró de soslayo a Delfina.
Ella le dedicó una mirada que desbordaba inocencia, pero la sonrisa que mostró después decía todo lo contrario, estaban sentados uno al lado del otro por lo que él pudo hacerle pagar su provocación acariciándole la pierna de manera posesiva y sonrió al sentir que se estremecía.
Llenaron las copas de champagne y brindaron con entusiasmo.
—¿La estás pasando bien? —le preguntó Albert en un susurro a Delfina mientras le acariciaba la pierna y la miraba a los ojos.
—Sí, no estoy acostumbrada a este ambiente, pero es divertido y además estoy con vos —contestó con una sonrisa, estaba a punto de besarlo aprovechando que habían quedado solos.
—¡Albert!
Una voz de mujer hizo que Delfina se sobresaltara y después se tensara al volverse para ver de quién se trababa, sus ojos se encontraron con una pelirroja de grandes ojos grises, delgada y muy alta.
— Te vi entrar pero cuando quise alcanzarte ya habías desaparecido, ¿cómo te va? ¡Qué pregunta más estúpida! Felicitaciones señor Donatti —expuso riendo mientras se sentaba en la silla vacía junto a él y sin esperar que le respondiera lo besó en ambas mejillas, cerca de la boca.
—Hola Natalia también me alegra verte —contestó con una sonrisa y después se volvió—. Te presento a Delfina Chaves—miró a los ojos a su escritora para pedirle que confiara en él.
—Encantada —esbozó ella.
—Es un placer, Natalia Pellegrino —dijo con una gran sonrisa.
—Natalia también es actriz, trabajó conmigo muchas veces —acotó para tener un tema de conversación.
—Y también soy una de las pocas ex novias de Albert que no lo odia —dijo riendo y le guiñó un ojo al castaño—. Hablando de eso, ¿es verdad que terminaste con Romina? Mira que no le hago caso a los chismes y quiero la información de primera mano —inquirió viéndolo.
—Lo hicimos antes de irme a América, sabíamos que las cosas se complicarían con tantas ocupaciones —respondió y le acarició la pierna a Delfina por debajo de la mesa, esperaba que el tema no la incomodara.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...